Al fin, después de innumerables anuncios sobre futuros anuncios, y en un despliegue de inteligencia, creatividad e innovación, el régimen de Maduro informó al país de un conjunto de “medidas” que buscarían, según ellos, ir atendiendo la insólita crisis que vive Venezuela.
Rápidamente hablemos de la forma como se anunció el paquetazo rojo. Maduro se lanzó más de 5 horas en una fastidiosa cadena nacional de TV y Radio para hacer saber cosas que a cualquier orador normal no le hubieran ocupado más de 15 minutos. Sin duda que este régimen no pierde la oportunidad de mostrar, en cualquier ámbito, la naturaleza despilfarradora que lo caracteriza. Así sea, en este caso, de tiempo.
El semblante del presidente (p minúscula intencional) y las vueltas que dió para finalmente decir lo que dijo, mostraron la magnitud de la debilidad de este gobiernito. Se evidenció miedo de anunciar y temor a las consecuencias. Carómetro de asustado.
Ahora sobre el fondo de las medidas.
Primero que todo, ha quedado claro que estos nefastos personajes aun no han saciado sus ansias de seguir robando. Decidieron meternos – con mayor énfasis y profundidad – la mano en el bolsillo a todos los venezolanos. Una vez más, nos quieren robar la cartera.
Al no tener la oportunidad de conseguir dólares, ya que nadie en el planeta con dos dedos de frente le presta hoy un centavo a estos forajidos, desesperadamente apelan a recoger requetedevaluados bolívares.
Veamos:
— Aumento de la gasolina: parece una decisión obvia, si no fuera porque cualquier habitante de este país ya presupone que ese dinero también se lo cogerán.
Dicen que esos reales van para un “fondo”… en este caso, un Fondo para las Misiones. De fondos sabe este régimen: el Fondo Chino, el Fonden y cualquier “fondo” han sido vaciados vorazmente.
Pero aún asumiendo que el dinero se destinara de verdad a las Misiones…¿no deberían más bien ir estos recursos directamente a PDVSA para financiar la producción de gasolina y otras inversiones petroleras?
Por lo demás, mientras los venezolanos como unos bolsas pagaremos más cara la gasolina, en la Cuba castrista seguirán disfrutando de un petróleo casi regalado que diariamente le envía su disciplinado e incondicional súbdito venezolano.
— Devaluación: una medida totalmente chucuta, orientada a seguir protegiendo a una casta de enchufados y militares para que sigan comprando dólares a Bs. 10 y vendiéndolos a 1000. Tronco de negocio.
El gobierno no tuvo las gónadas necesarias para decidirse por una unificación cambiaría, por lo que se va por un ejercicio gatopardiano: hacer cambios para que nada cambie.
Sin embargo, hay un agravante: el costo del dólar protegido – llamado así porque es para los protegidos del régimen – subió más del 57%. Esto se reflejará en los costos internos y en más inflación. Preparémonos.
— Ajuste de precios de productos regulados: Nadie sabe qué resultará de esto. Ni cuándo. En virtud de experiencias pasadas, lo más probable es que, después de concienzudos análisis y teorías retrógradas, el ajuste de precios que finalmente decidan dé como resultado que los venezolanos nos encontremos pagando más por varios productos.
Sin embargo, dado que el ajuste no será suficiente como medida de incentivo para la producción, la escasez de los mismos continuará.
Ni chicha ni limonada, pues. Score: Bachaqueros 1 – Ciudadanos 0.
— Reforma al sistema alimentario: más de lo mismo. En lugar de devolver al sector privado las redes de alimentos, profundizan la estatización y, con ello, la ineficiencia y la corrupción, dos factores que a los venezolanos nos tocará seguir financiando de nuestro maltrecho bolsillo.
Por cierto, este sector es un ejemplo en el cual se observa la diferencia abismal entre lo manejado por privados y lo manejado por el sector público.
Me explico: durante numerosas décadas, varias cadenas de supermercados privadas han desarrollado su labor con eficiencia. Ninguna ha cerrado por hechos de corrupción o similares. Por el contrario, en muy pocos años de funcionamiento, el muy chavista y estatizado Abastos Bicentenario termina siendo eliminado porque “se pudrió” (Maduro dixit).
— Aumento de Salarios: frente a una inflación declarada y aceptada por el Banco Central de Venezuela de casi el 200% – aunque expertos analistas la calculan más bien en 300% – Maduro anuncia muy orgulloso aumentos en el salario mínimo y en el bono de alimentación.
El promedio de ese aumento es del 54%. Es decir, le faltó 150% más para llegarle siquiera a la cifra del BCV. A la tasa del dólar real, la sumatoria salario-bono da un total de $24.5 mensuales. Menos de 1 dólar diario. Uno de los salarios más bajos del mundo y el más bajo de América Latina.
Finalmente, una medida no anunciada por Maduro pero sí por su gobierno es la fijación unilateral de la unidad tributaria en Bs. 177, violando la ley al pasar por encima de las atribuciones de la Asamblea Nacional.
El aumento de la UT decretado por el régimen es escasamente del 18%, frente una inflación (BCV) de casi el 200%. El gobierno decide desconocer su propia cifra de inflación.
Como consecuencia, dado que el Impuesto sobre la Renta toma como base para su pago la UT, millones de venezolanos se verán durante este febrero y marzo en la obligación de pagar ISLR cuando en realidad no les debería tocar.
Asalto masivo a mano armada.
En resumen, Maduro y su combo demuestran claramente – una vez más – su total incapacidad frente a este desastre.
No tienen la menor idea acerca de las medidas que impone el momento.
Menos aún tienen medida de la catástrofe que han provocado.
La única alternativa válida que nos queda a los venezolanos es que estos ineptos y corruptos salgan muy pronto del poder, ojalá de la forma más pacífica posible, y demos paso a nuevas personas, nuevas ideas y nuevas esperanzas.
Es urgente y necesario.
@bhorande