“Con la escasez que hay en el país uno termina gastando más, no sólo porque los productos están más caros, sino que uno debe ir comprando los productos que se consigan y de ropa ni se diga; es un verdadero lujo, sólo en diciembre se adquiere lo que se puede”, reseñó El Impulso.
Por María Fernanda Pérez G.
Esa fue la repuesta de Yudmary Tovar, al preguntarle si el sueldo le alcanza para cubrir todas sus necesidades: alimentación, vestimenta, educación y disfrute. Ella se encontraba haciendo una cola en un supermercado al este de la ciudad, actividad que hace con frecuencia para poder conseguir los productos.
La misma opinión emitió Olga Oropeza, quien también se encontraba haciendo una cola con su hijo en brazos. Señala que en su familia el dinero alcanza un poco más porque también está el sueldo de su esposo, pero que la crisis cada vez los lleva a tener más limitaciones.
Según un sondeo realizado por Venebarómetro en el mes de enero 79,6% de los consultados señaló que el dinero no les alcanza para la comida y 79,9% dijo que no cubre las necesidades de medicina.
Con ese estudio también coincide Yusbely Betancourt, quien había llegado a las 1:00 de la madrugada a un supermercado en el centro Barquisimeto y a las 10:00 de la mañana no había pasado y ni siquiera le habían recogido la cédula de identidad. “Prácticamente se debe destinar todo lo que se gana para comprar la poca comida que se consigue y eso si se hace cola, porque sino es imposible hacer el mercado”. En su familia comer carne, caraotas, pollo es un sacrificio por los altos precios, en ocasiones compran sólo medio kilo de granos que alcanza para una sola comida si se acompaña con arroz. Ha cambiado las arepas por plátanos, papas o yuca para poder rendir la harina.
“Mire los zapatos que yo cargo (comenzaban a despegarse) porque no he podido comprarme unos nuevos, el poco dinero que entra a mi casa es para comprar comida y con muchas restricciones y para mis medicamentos”, contó Marielena Suárez, paciente oncológico, quien llegó a las 5:30 de la madrugada y estaba de número 110. Relató que en su casa no hay muchos alimentos imposibles de comprar como la carne y el pollo, ya que es poco el ingreso que tiene su esposo por la venta de empanadas, que también debe distribuir para la venta de los ingredientes.
Así como ella muchos fueron las personas, incluyendo los adultos mayores, que exclamaban su frustración al ver que el dinero recibido por el trabajo realizado durante un mes no les alcanzaba para cubrir una necesidad tan básica como la de alimentación y mucho menos la de vestimenta.
Descontrol
Muchos de los ciudadanos que esperaban para comprar en el supermercado ubicado en la carrera 21 entre calle 24 y 25, habían llegado a las 7:00 de la noche del martes para estar entre los primeros en pasar, otros lo hicieron entre la 1 y 2 de la madrugada. Ya al amanecer, la cola abarca cuatro calles.
Más de 300 compradores se sorprendieron al ver que los funcionarios al momento de recoger las cédulas de identidad, sólo se llevaron la de las personas que estaban en la primera cuadra. Argumentaron que muchos de los que estaban allí eran bachaqueros, mientras que a otros les manifestaron que iban a verificar si había la cantidad de productos para venderles a todos. A las 10:00 de la mañana aún no había pasado ni la primera persona.