Ya ni siquiera los entusiastas más ciegos y sordos -pero nunca mudos- lo dudan. Esto se acabó. Lo destruyeron. Dejó de respirar. Murió y ya no importa cuánto auxilio quieran aplicarle Maduro e Istúriz, diferentes en estilos pero coincidentes en mentiras. No interesa cuántos mazazos meta Diosdado, empeñado testarudo y casi enfermizo en presentarse como hombre de las cavernas, sabrá Dios por qué.
Pero eso no es lo peor. Regímenes dictatoriales y otros fanatismos suelen terminar y a veces resurgir. Murió Perón y años después aparecieron los Kirchner. El nazismo fué barrido a cañonazos, aplastado con tanques, pulverizado con bombas, su líder se pegó un tiro y años después hay quienes se rapan la cabeza y se marcan en la piel esvásticas y otras repugnancias nazis. Por allí andan matando gente asesinos islámicos –ISIS- al mejor estilo SS y diversos tiranos sin conciencia ni moral, lobos feroces de sus pueblos. A los japoneses les lanzaron bomba atómica después de haber hundido lo mejor de su flota, era una población esclava del fanatismo militar y sus civiles la transformaron en una potencia industrial y tecnológica.
El madurismo agoniza, está en sus estertores, nunca supo aplicar el chavismo que exigía mejores personas, más inteligentes, más capacitadas, más integras, decentes y morales. Vendrán tiempos mejores y en los remanentes del chavismo uno percibe nueva gente, la generación de relevo unos más extremistas, otros más demócratas, pero más jóvenes, actuales y mejores.
El chavismo podrá regresar, ¿quién sabe?, sea en el PSUV, sea en otro partido, sea en diversos grupos, movimientos y tendencias. El chavismo como pensamiento no ha muerto, está vivo, ha sido también, como muchos, como la economía, como la producción, como las ilusiones populares, víctima del tropical encandilamiento de fanáticos, ilusionistas codiciosos repletos de oscurantismo. Por esa vía, no habrá diferente chavismo sino por la de un movimiento coherente y moderno que volverá a través de hombres y mujeres responsables y estudiosos.
Entretanto, el madurismo cuyo único logro ha sido unirnos a todos en el nerviosismo, la frustración, el fracaso, la escasez y las ruinas de una economía que nunca fue la más destacada del mundo pero que en sus peores expresiones era mejor, agoniza.
La Venezuela actual abatida, humillada por años de impericia, atraso y depredación, nos la han dejado sumergida en una crisis total, política, social, económica, institucional y la más grave de todas, la crisis de valores y principios éticos morales. Y algo terrible, según explican algunos sociólogos: un pueblo exhausto, empobrecido y victimizado por la desesperación del desabastecimiento, ni siquiera tiene tiempo para levantarse, todo su empeño y esfuerzo lo dedica a la cada día más ardua tarea de sobrevivir, de recorrer farmacias y mercados, para hacer colas, tratar de conseguir alimentos y medicinas. Parece ficción. Reconocerlo asusta pero es una verdad inocultable.
La crisis política comenzó hace tiempo y fue fortaleciéndose pacto a pacto –derrota en derrota, reinicio a reinicio- concretándose y acentuándose hasta el triunfo de la oposición unida en su desunión en la Asamblea Nacional. Generaron esperanzas, anudaron sus diferencias y mostraron que, unida, la oposición es la fuerza de la esperanza. La única, en realidad.
El madurismo dirigente, es principal responsable del desastre, y el chavismo popular de base, su primera víctima, aun no logran a dos meses y algo de la derrota electoral comprender con exactitud qué ha sucedido y por qué sucedió. Están desorientados, la cúpula desconcertada por un comando con adjetivos militares y analfabetismos políticos continúa encapsulada en un estado de negación obcecada que a nada puede llevarlos aunque tuvieran la mayoría y la fe popular que perdieron por su propia estulticia.
Intoxicados de poder y petulancia, se acostumbraron a no tener contrapeso que hoy no reconocen ni aceptan, de hecho no razonan, que no sólo ya no son los únicos sino que además tienen enfrente a otros con sobrada fuerza para atemorizarlos. Y gritan aterrados en la oscuridad. Aún peor, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia alimenta erradamente esa creencia, no permite que el PSUV y el Ejecutivo sientan el rigor de la mayoría. Tal vez sea que tienen el mismo miedo, o quizás más.
Sin embargo peligroso y agravante es que la MUD aun no finaliza de ejercer la mayoría, dando la impresión que aun son minoría, y cuando el duro veterano presidente de la Asamblea actúa y decide como mayoría, la impone dando señales claras de ello, algunos de sus compañeros lo contradicen, se asustan y peor aún, se disculpan. Al final no saben si solicitar perdón o suplicar permiso, dando al traste con el inmenso esfuerzo que realiza Ramos Allup y otros para preservar la autonomía del Poder Legislativo.
La salida deseada por los ciudadanos es democrática. El artículo 350 incluido, al menos en la Constitución. Tenemos esa conciencia hondamente sembrada, y las encuestas así lo indican sin dejar posibilidad para la duda o interpretación. Por eso, aunque estemos contra la pared y nos traten de distraer con planes fantasiosos, reclamamos.
El país bolivariano se desborda en conflictos, huelgas, protestas y paros de toda índole. Esto tampoco es tan nuevo, la aprensión de la cúpula madurista que trata de mandar y se aferra al poder, y el principio del ejercicio democrático por la ciudadanía venezolana, nacieron y se fortalecieron en la calle. Cuando no es por agua, es por basura, o la falta de luz, la inseguridad, la falta de medicinas y ni hablar de la escasez de alimentos falta de todo, no hay leche, café ni azúcar, ahora ni pan, las madres hacen trueque con la fórmula para lactantes, todo un desastre que produce molestia, rabia e impotencia. Ingredientes que al mezclarse son muy peligrosos. Y por si fuera poco, los sinvergüenzas, cínicos y desalmados especuladores y bachaqueros están haciendo de las suyas, acaban con el presupuesto familiar en un brutal abuso, una verdadera estafa ante un gobierno indefenso, paralizado, sin autoridad, sin acción ni brío para decidir, que sobrevive en el país de la fantasía, régimen de cruenta comiquita.
La nación se deshace, se pierde, lo percibimos todos menos quienes tienen la obligación de salvarlo o al menos ser sinceros y declararse inútiles para solventar la crisis porque en muy poco tiempo y en lo adelante será de tal profundidad que ya no serán incompetentes sino irresponsables. En lo hondo de sus miedos y profundo de su corazón saben que llegó la hora de irse, aunque para muchos no hay refugio más allá, la justicia y leyes de estos tiempos modernos tienen brazos largos además de memoria constantemente documentada.
Lo que se distingue y visualiza, es sombrío, nubarrones, cielo pesado lleno de tormentas y vientos huracanados; si continúan con lo único que tienen, la displicencia, ignorancia y estupidez con las cuales desgobiernan hoy, no hay que ser adivino ni gran analista para predecir un catastrófico conflicto social que enfrentará a los venezolanos como nunca antes sucedió. Viviremos el infierno. A nadie le gusta. Pero si no lo evitamos, sucederá.
Los ciudadanos no entendemos qué tanto les cuesta a los dirigentes tomar una decisión. El gobierno tiene meses corriendo arrugas en esta crisis que sigue y empeora, el Presidente que exigió a gritos la aprobación del decreto de emergencia económica, ahora lo usa para vaguedades e imprecisiones pero no para soluciones realistas. La oposición por su parte se montó en el descontento generalizado y logró mayoría clara, contundente, imposible de cuestionar y menos desconocer 112 diputados no obstante, de acuerdo a estudios de opinión, están defraudando, no parecen estar a la altura, siguen deshojando margaritas que se les marchitan en las manos, continúan en sus peleas internas como niños tontos, malcriados y caprichosos, mientras el oficialismo –hay que advertirlo- sabe aprovecharse de las debilidades de sus rivales.
El país está en destrucción, se nos desmorona entre los dedos.
@ArmandoMartini