Miles de los evacuados por el tsunami que arrasó el nordeste de Japón en marzo de 2011 continuarán sin poder regresar a sus hogares incluso una década después de la catástrofe, informaron hoy las autoridades locales afectadas.
EFE
Unas 59.000 personas de las prefecturas niponas de Iwate, Miyagi y Fukushima siguen viviendo en alojamientos temporales a día de hoy tras ser evacuadas por el desastre natural, lo que supone aproximadamente la mitad de la cifra máxima que se llegó a alcanzar, según los últimos datos disponibles.
Los 46 municipios afectados trabajan en la rehabilitación de las zonas devastadas y en la construcción de nuevas viviendas para quienes perdieron las suyas, aunque en muchos casos afrontan dificultades que les impedirán completar estas tareas a corto y medio plazo.
En Otsuchi, una localidad de la prefectura de Iwate, los 2.900 habitantes que continúan evacuados -aproximadamente una cuarta parte de su población total- no podrán regresar hasta al menos marzo de 2021, declaró un portavoz del ayuntamiento a la agencia local Kyodo.
Esto se debe a que las autoridades locales no logran encontrar terrenos apropiados para construir viviendas en zonas más elevadas sobre el nivel del mar, según el portavoz.
Otras localidades avanzaron que no prevén completar hasta 2019 como muy pronto los trabajos necesarios para que todos los evacuados puedan regresar debido a las dificultades para contar con la financiación y la mano de obra necesarias.
De los 46 municipios consultados por Kyodo, 17 no pudieron hacer ningún pronóstico sobre cuándo podrán regresar todos sus ciudadanos evacuados.
Entre ellos se encuentran once localidades de la prefectura de Fukushima, donde también hay decenas de miles de personas evacuadas a raíz del desastre nuclear causado por el terremoto y el tsunami del 11 de marzo de 2011.
El próximo viernes se cumplirán cinco años del desastre natural, que dejó unos 18.500 muertos o desaparecidos en todo Japón.
Las emisiones y vertidos radiactivos provocados por el accidente en la central de Fukushima Daiichi, el peor desde el de Chernóbil (Ucrania) en 1986, también han perjudicado gravemente a la pesca, la agricultura y la ganadería local.