La MUD
Paciencia tesón, valentía, arrojo y tantos otros elementos positivos hay que reconocerle a este órgano desde su creación. Paciencia para con el gobierno tambaleante y también a lo interno, ante las cayapeadas que desde afuera pueden “lucir” cómodas, pero imaginamos y sabemos que no lo son tanto. Dos acciones concretas deben exaltarse de su accionar más reciente: la (s) elección de Henry Ramos Allup para la Asamblea Nacional, ya vemos que era desde el inicio la persona indicada en el indicado momento; así lo ha demostrado fehacientemente y, ahora, la que mentaron Hoja de Ruta para salir de esto. Plausibles sus accionares, manifiestan así que hay un sartén, un mango y lo tienen para sí, con firmeza. Es alentadora y genera amplia confianza esa manera de actuar.
La ruta
Rutas ha habido varias en esta nación, desde el arribo de Colón y aún desde mucho antes, indígenas, navieras, terrestres, algunas extraviadas como las del Tirano Aguirre, por no decir que la gran mayoría extraviadas como las del Tirano Aguirre, o todas aquellas malhadadas que terminaron en la Vela de Coro: Francisco de Miranda, Rafael Simón Urbina, la de las armas cubanas… La ruta más afamada y malhadada de reciente data es la Ruta de la Empanada, cuyo rastro ni se vio, como el de ningún invento socio-productivo, expropiador, de este gobierno caído (si no de facto, de inercia).
Sin embargo, la ruta MUD presenta algunas virtudes que nos concitan a creer en ella y valorarla como el aporte guiador que es. Primero es un acuerdo en el que estamos todos: salir de este berenjenal, de la mejor forma. De la forma menos costosa en términos sanguíneos y menos traumática en términos de permanencia temporal. Recoge los planteamientos de todos; aglutina y propone. Falta la ejecución. Hace sentir al país que alguien (es) hace (n) algo para tratar de superar la calamidad pública en la que nos encontramos. Calamidad inducida por el gobierno desde Cuba, para tratar de hacernos parecer a los hermanos cubanos en sus calamidades. Estamos muy cerca. La ruta da firmes esperanzas para continuar esta dura batalla por la supervivencia.
La discrepancia
Discrepar es lo más saludable en democracia. Lo notaremos cuando ésta vuelva por estos lares. Ya han salido agoreros de los de este lado a señalar que el timón marca la ruta equivocada, que chocaremos o nos hundiremos, porque quieren imponer su solo criterio. Dictadores pollinos abundan. Dice Henrique Capriles que la renuncia es ingenua. Le contesta María Corina que los ingenuos son quienes creen que es voluntaria. Y los de más afuera piensan que los desacuerdos no son bienvenidos, que afectan la imagen de la “unidad” y la hacen más débil de lo que es. Digan lo que quieran y se acepta. La ruta está trazada y el acuerdo es ése, entre todos, la multiplicidad de planteamientos, como una hallaca, no es un sabor, son todos. Me parece una salida inteligente y útil. Le dirá al país y al mundo que estamos dispuestos a enfrentar todos los caminos con un mismo propósito: salir de esto tan pronto como se pueda: ya.
La imagen de la unidad no se verá afectada, por el contrario, es la unidad en medio de los torbellinos de la necesaria discrepancia. Sería inaceptable la imposición de un método, por los caprichos de alguien. Y ese alguien, por discrepancia debe sin miedo recibir su jamaqueada, como ya la ha sufrido: “Henrique no es como tu digas, es como digamos todos, hasta tú”. Es el consenso y el acuerdo común. La renuncia puede parecer ingenua, considero que no se va a dar, pero es un planteamiento posible, muy posible, ¿si Chávez la aceptó porque el escucha pajaritos no?
Reconozcamos el buen talante de la MUD, sigamos la ruta hasta agotarla, así nos agotemos y discrepemos lo que queramos, profundamente, hasta llegar a acuerdos necesarios que nos permitan salir de esto. ¿Quién se ocupará de estar al frente después? Eso es después; no la víspera.