La posible doble nacionalidad de Maduro encierra un hecho comunicacional y emocional de grado superlativo. Por supuesto, en el caso de que ese fraude se confirmara sería probable que el TSJ quisiera atajarlo bien para torcerlo o para retardar sus consecuencias legales; sin embargo, lo que en ningún caso ese tribunal rojo podría sabotear serían los efectos emocionales del hallazgo. Las FANB y el resto de los poderes recibirían un zarpazo moral; en particular, el TSJ con sus trucos no podría contener la reacción de un pueblo que una vez más se descubriría estafado y burlado en su buena fe por el jefe del Estado.
Por Alexis Alzuru
Se agotó el tiempo para tratar asuntos que no agreguen pruebas al expediente que se instruye para retirar a Maduro. A lo mejor corresponde quese redoble el trabajo de investigación que debe hacerse en Colombiapara tener una opinión institucional y definitiva sobre ese asunto.Si la salida legal del presidente es la prioridad entonces debería actuarse en coherencia con esa meta. El piso que le queda a sumandato debería recibir toda la atención y las acciones de quienes desean recuperar la normalidad de la república.
El retiro de Maduro hay que materializarloeste año; entre otras cosas porque después sería tarde. En enero de 2017se iniciará un capítulo constitucional y político distinto al que pudiera escribirseen los meses que están por venir. El tiempo conspira contra el cambio; una observación que no deberíasorprender a nadie. Ahora bien, la gentepercibió que el debate sobre los formulas para el reemplazo del gobierno consumió 90 días cuando pudo resolverse en horas o,quizá, en un par de semanas. Es cierto que la página de esas discusiones se pasó y,ahora algunos piensan que con el abanico de opciones acordadas seavanzaráhacia Miraflores; sin embargo, la situación del país exige decisiones oportunas no basta que sean tardíamente consensuadas.
El éxito de la agenda opositora no es una cuestión cuantitativa sino de calidad de tiempo. Es irrelevante el número de fórmulas legales para dar al traste con el gobierno si la ocasiónno es la adecuada o se deja escapar el momento. De hecho, seríandiferenteslos acuerdos y los beneficios que se derivarían de una transición que se inicieen el presenteperíodo deotra que empiece el próximo año. Por eso, cuanto anteshabríaque convertir la salida de Maduro en una realidad política. En caso contrario se tendría que aceptar que no se produzcao suceda al ritmo que le pudiera convenir a la elite gobernante.La expulsión de Maduro debe lograrse en un período ventajoso para los venezolanos no para los directivos del PSUV; lo cual supone esquivar la burocracia de los poderes. Probar su doble nacionalidad ofrece esa posibilidad: Posiciona en la primera línea de la opinión pública los motivos y argumentos suficientes para elevar el tono emocional y popular de la solicitud de su reemplazo.
Los poderes están listos para actuar a contrapelo de los intereses de la nación: El CNE no respetará los procedimientos y lapsos del revocatorio; mientras que el TSJ ya debe estar aceitando su maquinaria jurídica para congelar cualquier decisión que le corresponda tomar en esa materia. Además, es probable que un sector del chavismo presione para que la hoja de ruta trazada por la MUD se quede en el papel; pues en la tolda del PSUV hay quienes están interesados en gerenciar la transición a partir de enero. Incluso, el propiopresidente podría propiciar un esquema donde entregue el mandato a un vicepresidente psuvista.
En Venezuela hay una guerra política de alta intensidad. El Estado maduristaataca con ferocidad y a la luz del día. Lo menos que debería esperarse es que la oposición responda en términos equivalentes. Después de todo, la legalidad a la que debe rendir tributo no limita la agresividad y velocidad de su ofensiva. Esta guerra se ganará con la Constitución trasformada en garrote o en fusil, si esa expresión se prefiere. Pero es muy claro que no se triunfará sin golpear al gobierno a tiempo y confuerza en losflancos verdaderamente vulnerables.
Alexis Alzuru
@aaalzuru