Pero la petición se viene presentando con frecuencia desde Miraflores. Sobre todo en los últimos meses. Al pueblo se le pide “paciencia” ante a la escasez de comida, “paciencia” para importar las medicinas, “paciencia” para combatir la inseguridad, y “paciencia” para todo lo que Chávez y Maduro han destruido.
No les preocupa el descaro. La crítica situación que se vive en Venezuela es tan evidente que ya es imposible “tapar el sol con un dedo”. Tal y como lo admiten las más recientes propagandas que difunde Venezolana de Televisión.
Lástima que la poca ¿sinceridad? del Gobierno siempre viene acompañada con una dosis de odio, división y omisión de responsabilidades. Porque después de 17 años en el poder, la culpa sigue siendo de “la cuarta República”, ¿no?
Con esa idea, Chávez siempre se lavó las manos. A esa fórmula, Nicolás le ha sumado una cuota de cinismo, que ha dado como resultado apelar a la “paciencia” y la “fe” de un país que está en terapia intensiva.
Y mientras agoniza, el Gobierno sigue sin tomar decisiones que reviertan el diagnóstico. La “paciencia” no quita el hambre ni revierte enfermedades, señor Presidente.
El cáncer no se cura con paciencia. Los pacientes con VIH no pueden esperar. Una madre tiene que darles comida a sus hijos hoy; no mañana cuando le toque comprar leche. El taxista necesita los cauchos para producir. Sin electricidad se dañan los alimentos de la nevera. La ropa sucia hay que lavarla. ¿Cómo se puede tener paciencia?