Eibar y Rayo empataron en Vallecas en un duelo que permite al conjunto vasco acariciar la permanencia y complica al equipo madrileño, que se adelantó en el marcador por medio del portugués Zé Castro y recibió la igualada antes del descanso con un tanto del argentino Gonzalo Escalante.
EFE
Con seis bajas, el Eibar se presentó en Vallecas dispuesto a relanzar el vuelo tras un último mes y medio nefasto, en el que perdió siete de los ocho partidos disputados.
El conjunto vasco, a sabiendas de las virtudes del Rayo, saltó al césped a intentar presionar arriba a su rival, pero el equipo madrileño, apoyado por su enfervorizada afición, supo a qué se atenía tras estudiar al Eibar, no se amilanó y golpeó primero a los siete minutos.
Trashorras botó un córner desde el costado derecho al primer palo y Zé Castro de cabeza le ganó la partida a su defensor para rematar un balón que Riesgo, pese a que lo tocó, no pudo atajarlo.
Mendilibar, que optó por jugar sin extremos y con cuatro mediocentros en los dos últimos encuentros ante el Sevilla y el Barcelona, puso por las bandas a Adrián González, en la izquierda, y al japonés Inui, por la derecha, que además se mostró como el jugador más desequilibrante de su equipo en la primera mitad.
A los 35 minutos, el conjunto armero logró igualar la contienda por medio de Escalante, que, solo y a la carrera, remató picado de cabeza un centro desde la izquierda de Juncá.
Para la segunda mitad, Paco Jémez movió el banquillo, sacó del césped a Ozbiliz y a Nacho, y puso en liza a Embarba y a Quini, dos cambios con la intención de ganar profundidad, algo que no consiguió de inicio puesto que el Eibar saltó mejor y tuvo una oportunidad muy clara al poco de la reanudación con un disparo de Borja Bastón.
Con el paso de los minutos, el Eibar se fue haciendo dueño del juego, multiplicó sus acercamientos sobre la portería de Yoel Rodríguez, y mediada la segunda mitad pudo adelantarse en el marcador si Capa hubiese acertado a poner un buen centro cuando había ganado el fondo y tenía dos rematadores en el corazón del área.
A falta de trece minutos para el final, el partido se le complicó al Rayo con una lesión muscular de Zé Castro, que, por no dejar a su equipo con diez, regresó al césped cojeando y aguantó como pudo las embestidas del Eibar, que sí se quedó con un hombre menos poco después por la expulsión de Radosevic por doble amarilla.
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