Dos importantes novedades ocurrieron estos últimos días; la primera es que después de 12 años de litigio, la denuncia contra el Estado venezolano por discriminación política a través de la lista Tascón llegó a la Corte Interamericana de los Derechos Humanos. El anuncio fue hecho por las víctimas Rocío San Miguel, Thais Peña y Magali Chang, quienes en marzo de 2004 fueron despedidas del Consejo Nacional de Fronteras como represalia por haber firmado en apoyo a la solicitud de referéndum revocatorio contra el entonces presidente Chávez. La otra es que la Asamblea Nacional aprobó en primera discusión la Ley de Referendos, en la cual se establece la confidencialidad de las firmas y obliga al CNE a ser garante del secreto, como lo hace con el voto. Es decir, que el CNE no podrá –salvo incurrir en ilegalidad- entregar ni nombres ni firmas, como sucedió en el anterior referendo revocatorio, lo cual generó las denigrantes e infames listas Tascón y Maisanta.
Es obligatorio, imperativo, resguardar la identidad de los signatarios de un revocatorio y que la ley establezca sanciones penales para quien divulgue o utilice los registros de firmas con propósitos discriminatorios. Una protección con mandato legal muy importante porque solemos olvidar con rapidez a quienes tanto daño han hecho. Pero esa obligación de secreto debe estar muy precisada, incluso ante el Poder Judicial.
Aunque siempre nos hemos opuesto a esta tragedia que es la revolución socialista, no nos ha quedado más remedio que ser también críticos de la MUD por su comportamiento y ciertas similitudes con el oficialismo que practican algunos de sus representantes que, con muy escaso espíritu democrático, aseguran que quienes los critican son traidores, le hacen el juego al gobierno y algunas otras ofensas tracaleras. A pesar incluso de la pérdida de amigos y conocidos, nunca hemos dejado de ser opositores y no tenemos la menor intención de avalar en modo alguno al oficialismo o lo que sea que son, el desastre, el caos, la tragedia de hambre, la injusticia, el desorden y la entrega a cubanos y chinos de lo que queda de país en las manos torpes y la carencia de talento del Presidente en su crueldad final contra los venezolanos.
Criticar a la MUD no significa convalidar al PSUV, y debemos estar muy claros en eso. Es un deber referirnos con espíritu crítico, y en base a nuestro derecho democrático a disentir, al debate que se centra en cómo salir del presidente Maduro y su gobierno.
Solicitar la renuncia de Maduro es una solución, pero resulta inviable porque, por una parte, es un acto voluntario, y por la otra, el madurismo está convencido de que si pierde el poder, dados los claros objetivos de recuperación del país y de la ética nacional que han expresado los diputados y que exige la mayoría de los venezolanos, y la fuerte realidad y propósitos de investigación penal en el resto del mundo, muchos oficialistas y sus cómplices no tienen a dónde ir y unos cuantos de ellos, tienen altas posibilidades de terminar en la cárcel. Es muy factible que ellos mismos estén tratando de quitarle de la cabeza a Maduro la idea, la salida, de una renuncia.
¿Por qué no vamos por la enmienda o quizás por la constituyente, o mejor aun el 350 o el abandono de cargo, y qué pasó con aquello de la partida de nacimiento? Lo que sucede es que si las opciones que dependen de los parlamentarios fracasan, será una derrota de ellos y no de los ciudadanos que siempre cargan con las culpas de las ineptitudes de los políticos. Pero si la opción ciudadana del revocatorio no tiene éxito, las culpas recaerán en la gente porque o no votaron o se abstuvieron o cualquier otro argumento que se les ocurra a los dirigentes, que jamás reconocerán que se equivocaron, o que dejaron embarcados a los que estaban dispuestos a defenderlos, o que simplemente los guiaron mal.
En el caso particular del Revocatorio, si no se recogen las firmas será culpa de los que no firmaron por miedo, conveniencia o lo que sea y de llegar a hacerlo si no se gana por más de un voto por encima de los que logró Maduro en las elecciones presidenciales, como lo establece la ley, también será por culpa del ciudadano que no asistió a votar, o que tuvo recelo, se fue de viaje o cualquier otra explicación que se saquen de la manga los dirigentes, que nunca son culpables ni responsables de nada. Los ciudadanos, por el contario, quedarán con sus nombres y firmas en manos de algún delincuente sinvergüenza que los chantajeará, extorsionará, timará, los perjudicará a ellos y sus familias, sus empleos y vidas habituales dentro de un país que ya es, por culpa de los malos políticos, una tragedia activa.
Los proponentes dirán, mientras requieren las firmas, que no se preocupen, que ellos los defenderán. Además de mentirles aunque lo hagan con buena intención, es imposible de cumplir, que Maduro cae pronto, que dictarán leyes para ampararlos como si el Poder Judicial no esté practicando el deporte villano de trancarle los juegos a la Asamblea Nacional. Y por supuesto no faltarán los promotores entusiastas del revocatorio que dirán que la gente perdió el miedo y que ahora es valiente, sin entender que las abstenciones no serán cosa de miedo sino de desconfianza.
Para solicitar a los ciudadanos que corran el riesgo de ser sacrificados, lo correcto, lo serio, lo decente, lo honesto, es decirles la verdad y explicar en detalle las peligrosas consecuencias que las firmas que piden pueden significar para ellos y sus familias. Es una obligación moral hacerlo, de lo contrario, los estarían engañando nuevamente, pues en caso de perder, el oficialismo se vengaría con furia como ya lo hizo una vez, ¿o acaso es mentira? Si quieren saber más, pregúntenle al ahora diputado Ismael García sobre su lista Maisanta cuando se pavoneaba como alto dirigente de aquella revolución “indevolvible”, él podrá aclararles muchas cosas, formaba parte importante de toda aquella traición a los firmantes. Para más, lean las recientes declaraciones de su camarada y amigo diputado Pedro Carreño sobre la revisión de las rúbricas.
El revocatorio es riesgoso, ¿acaso olvidamos la última vez cuántas trabas, dificultades, normas sobrevenidas, conflictos, trampas, obstáculos en fin, desarrolló el gobierno con la colaboración del poder electoral? ¿Cómo puede la oposición olvidar que incluso magistrados honorables fueron abandonados a su suerte por no apoyar vagabunderías y cómo dejar de lado y no rendir honor a las innumerables víctimas castigadas por la entrega de sus nombres?
Hemos defendido a la MUD –no es que seamos fanáticos, realmente, pero estamos del lado opositor. También la criticamos, con rectitud severa, cuando estimamos que sus acciones fueron equivocadas o se demoraban en ser decididas. La decisión de conservar varias opciones simultáneas para el cambio no parece ser una política coherente y con posibilidades de éxito. Con esa medida, la MUD sólo está evidenciando su incapacidad para dilucidar una política única, en medio del enredo y contradicciones internas. La contadera de pollos antes de nacer por parte de algunos partidos y dirigentes que allí conviven les impide acordar una ruta unitaria, eficiente y sustentable a futuro para librarnos más pronto de esta desgracia que parece no tener término.
Tomada la vía del referéndum revocatorio la apoyaremos; eso sí, obligándose los proponentes a otorgar garantías creíbles y suficientes de salvaguarda a los firmantes pues no basta la palabra “te defenderé”, que puede ser una trampa caza bobos para que firmen y luego abandonarlos como antes lo hicieron a la buena de Dios y a la mala de las listas Tascón y Maisanta. Que el secreto de los nombres y detalles de los suscriptores esté garantizado es un argumento de tranquilidad pero tampoco podemos desconocer la práctica de la Sala Constitucional de invalidar las decisiones parlamentarias que no gusten al Gobierno. Por eso, nuevamente la pregunta: ¿podrán proteger a los firmantes? ¿Asumirán nuestros diputados ese compromiso a fondo, se comprometerán con plena convicción y voluntad? ¿Y cómo podrán hacerlo?
@ArmandoMartini