Venezuela se ha convertido, para nuestro dolor, no solo en el país del ‘No Hay’ sino también en el país de la impunidad, la injusticia y la tristeza, el Gobierno Nacional se llena la boca diciendo que ‘somos la nación más alegre del continente’, la pregunta es: ¿dónde se compra esa felicidad? ¿Acaso existen los bachaqueros de felicidad?, que nos puedan vender unos cuantos bultos de este sentimiento escaso en el corazón del venezolano, para así sobrellevar la dura y pesada carga del desinterés y la falta de soluciones por parte del Ejecutivo.
Un país en el que las páginas de sucesos colman los diarios, con más de 50 muertes violentas por fin de semana, es un país con una necesidad suprema de atención. Una nación que demanda políticas acertadas y estrategias reales para defender la soberanía, así como para brindar la tan merecida seguridad que todo ciudadano debe tener por derecho. Sin embargo, lo que vemos es irresponsabilidad e ineptitud por doquier.
Mientras el Gobierno Nacional invierte millardos en la compra y adquisición de armamento bélico, que para colmo está descontinuado, nuestros cuerpos policiales mueren de mengua. Mendigando chalecos antibalas que los protejan del hampa, arriesgando su vida por un arma de reglamento o una moto de alto cilindraje, el tesoro más preciado de los delincuentes en la actualidad. Funcionarios que día a día salen a la calle encomendados a Dios a defender a nuestro pueblo, esperando respuestas del gobierno mientras pasan a ser un número más de las estadísticas rojas y lamentables.
Es tan evidente el desinterés del Ejecutivo en solucionar la crisis por la que atravesamos en materia de seguridad y justicia en el país, que ya no tienen manera de maquillar la corrupción que se vive dentro del sistema de administración de justicia. La impunidad, de la que les hablaba, camina despreocupada por las calles de Venezuela, mientras los voceros del gobierno se lavan las manos como Poncio Pilato. Tenemos como ejemplo fresco, el lamentable caso de los mineros de Tumeremo. 28 mineros, casi dos semanas desaparecidos, testimonios que incriminan a efectivos de los cuerpos de seguridad nacional en el presunto homicidio de estos individuos junto a la implicación de bandas delictivas activadas bajo la figura de pranes y… ¿la respuesta del Estado?
Una semana después de las denuncias de desaparición, es que el Ministerio Público decide designar fiscales para investigar la información, tuvieron los familiares de las víctimas que cerrar las calles de Tumeremo, y protestar en vigilia continuada para que algún vocero del Gobierno decidiera hablar. Una investigación que se realiza bajo un irritante y sórdido misterio, mientras hombres como: Diosdado Cabello califican el caso como, ‘show mediático’.
¡Señor, no sea tan irresponsable e indolente! Tenga más respeto por el dolor ajeno y un poco más de vergüenza por el gobierno al que representa. Un gobierno que no se cansa de meter la pata y de irrespetar al venezolano y es que, 10 días después de la desaparición de los mineros es cuando se han podido hallar los restos de solo 11 de ellos.
Esto da fe de lo corrompido que está el sistema de justicia en el país, cuando el venezolano no puede ni siquiera confiar en el ente que se supone velará por la defensa de sus derechos. Ni hablar del Tribunal Supremo de Justicia que desacelera los procesos e impide el traslado de los delincuentes aprehendidos a centros de reclusión nacional, abarrotando los calabozos de las policías municipales y regionales, apostando al colapso total del sistema.
Esta es la Venezuela que queremos cambiar. Por eso estamos luchando para que el pueblo abra los ojos y entienda cuán necesario es el cambio. No descansaremos hasta que cada venezolano le abra las puertas al futuro y se sume a la construcción de un nuevo y mejor país, de oportunidades y progreso para todos por igual.
La palabra ‘desmayar’ no está en el diccionario de los que pensamos distinto a este gobierno desinteresado. Por eso, estamos una vez más recorriendo cada rincón de nuestro país, desde la instancia que nos compete a cada uno, llevando el mensaje del cambio y animando al pueblo a unirse a esta nueva oportunidad que el destino nos brindó.
Venezuela, puede cambiar y lo podemos lograr con el trabajo de cada uno de nosotros. ¡Sumemos y seamos cada día más por y para Venezuela!