La lucha contra la corrupción no es tarea fácil. Este flagelo ha mutado a formas dificiles de rastrear y así mismo debe mutar la forma de perseguirla y combatirla. La corrupción hace rato dejó de ser una simple apropiación indebida de dineros y bienes públicos. Este fenómeno hizo metamorfosis y ahora se mezcla con cualquier ingrediente; con la política, las Fuerzas Armadas, el narcotráfico, las guerrillas, el paramilitarismo, el terrorismo, maneja el comercio ilícito de petróleo y minerales de alto valor, como el oro y el coltán y está conectada con redes internacionales, de lavado y blanquedo de dinero.
La corrupción y los corruptos son responsables de la miseria en que viven millones de venezolanos. Es responsable de la violación de los derechos humanos en clave de privación de derechos humanos; como el derecho a la salud, al agua, a la electricidad, a la alimentación y otros. La corrupción y las mafias corruptas han penetrado el poder político y transformado el Estado en una poderosa máquina de protección de sus intereses que les “garantiza” impunidad, por ello, combatirla, repito, no es tarea fácil.
Para enfrentar la corrupción, que es un fenómeno global, las Naciones Unidas han firmado en 2004 las Convenciones; contra la Corrupción y contra la Delincuencia Organizada Transnacional que introducen un marco normativo que permite ampliar la cooperación entre los Estados, a fín de evitar y descubrir la corrupción y devolver los beneficios obtenidos. Se trata de que los corruptos tengan menos posibilidades de ocultar sus ganancias ilícitas.
En el plano nacional es necesario, antes de crear cualquier espectativa de éxito, construir un estamento jurídico fuerte para dar inicio a la recuperación de los bienes y capitales sustraídos y el castigo de los culpables. Por ello es particualarmente importante disenar una estrategia que permita llegar a los grandes corruptos. La corrupción se mueve, tiene peces grandes pero también pequenos y los pequenos nos llevan a los grandes, porque estos son instrumentos de aquellos.
Una Ley de retractación debe ser parte de un marco normativo anticorrupción más amplio que contenga, entre muchos aspectos los siguientes:
1. Un tribunal anticorrupción especializado, con personal altamente calificado,
2. Un cuerpo técnico adiestrado en labores de inteligencia y contrainteligencia,
3. Una Ley de recuperación de capitales, y dentro de ella o separada,
4. Una Ley de retractación o arrepentimiento.
Esta Ley buscaría promover el aporte de información clasificada y relevante para el castigo del delito a través de la reducción de la sanción que correspondería a quien participó en su realización y decide cooperar. Contra su incorporación se han antepuesto argumentos morales como: “el Estado no puede negociar con delincuentes”, “la justicia negociada viola el derecho de defensa” o “la información que aporte el «arrepentido» será interesada y desviará la investigación”.
Más allá de las críticas, necesarias por demás, este instrumento ha dado resultados extraordinarios particularmente en Brasil, donde la corrupción en Petrobras y la colaboración a cambio de reducción de penas, tiene casi en una celda al todopoderoso Lula, el expresidente más popular que ha tenido ese país y casi en un juicio político por destitución a su presidenta, la delfina de Lula. En Argentina el debate por una ley de arrepentimiento está en pleno desarrollo ante la magnitud de la corrupción que hunde al imperio kirchnerista y su entorno.
En USA una ley similar que presiona a las empresas e instituciones ha dado resultados muy positivos. En el ámbito del narcotráfico es ya conocido la eficacia que tienen el arrepentimiento y la delación para capturar a los cabecillas de las bandas y grupos corruptos.
A los diputados de la nueva Asamblea Nacional mi llamado a la revisión del marco jurídico anticorrupción que impera en USA, en Brasil y que se está levantado en Argentina, además porque esos países son destinatarios de los miles de millones de dólares sustraídios a los venezolanos por la más corrupta dirigencia política que ha tenido Venezuela en toda su historia. Las próximas generaciones no nos perdonarían dejar en el olvido el castigo de los responsables de la tragedia que hoy padece Venezuela.