El Topo es el hombre más temido pero menos visto en Tumeremo, un poblado al sureste de Venezuela donde funcionan alrededor de 100 campamentos mineros de forma clandestina, sin control del gobierno. Él es el jefe de la mitad de estas explotaciones mineras, donde tiene un ejército armado para controlar la seguridad de las tierras y cobrar a los trabajadores un 30% del oro que logran extraer bajo tierra. Ni los mineros ni su ejército titubean a la hora de seguir sus órdenes a rajatabla. Y es que El Topo no sólo es un jefe estricto. Es un jefe sanguinario.
Michael lo sabe. Hace un año trabajaba en el campamento Hoja e’lata cuando fue testigo de cómo un minero que adeudaba su cuota a El Topo pagó las consecuencias. “Llegaron a la mina dos tipos que trabajan para la banda, uno de ellos se bajó de la moto, caminó hasta donde estaba el minero y le metió una bala en cada mano. No dijo ni una palabra, pero todos sabíamos que eso era un recado del jefe”, narra Michael con cautela, porque al igual que el resto del pueblo tiene miedo.
El Topo se llama Jamilton Andrés Ulloa Suárez, es de nacionalidad ecuatoriana pero residente en Venezuela desde hace ya 14 años. Mide 1,72, pesa más de 100 kilogramos, es moreno, tiene 44 años y suele vestir de negro. Desde el 2009 lidera la banda delictiva que lleva su nombre y, que según fuentes policiales, está compuesta por alrededor de 60 hombres que manejan armas de guerra traídas por contrabando desde Colombia.
Leer más en: ElMundo.es