El colapso de la calidad de vida y los servicios públicos en Vargas es atroz.
El guaireño sufre como si viviera en guerra. No hay agua ni comida ni medicinas, ni transporte ni salud pública; la basura y la contaminación pululan en las comunidades. La vida diaria consiste en un deambular buscando la sobrevivencia.
Agua corriente no existe en casi ningún sitio. El agua llega cada 40 o 90 días. Esto se explica porque la represa de Maya, que ha debido ser inaugurada en el 2001, se paralizó por capricho del gobierno en 1999 y con ello se condenó nuestro estado a una crónica escasez de agua. Igual ocurrió con las represas que han debido construir en Caruao, que hubieran generado agua de sobra para el estado. Desde hace 17 años no se aprovecha el agua dulce que hay en el subsuelo y quebradas. Hidrocapital no es capaz de justificar en qué se gastaron $9 mil millones, que hoy no producen agua. Mienten cuando dicen que a Vargas le llegan 800 litros por segundo, porque en realidad llegan menos de 150.
El gobierno regional se comprometió desde hace años en resolver esos problemas, pero se quedó en promesas incumplidas y ahora dice que la culpa no es de su despilfarro y su falta de planificación sino de la naturaleza.
El servicio de aseo urbano está peor que nunca. La basura reina por doquier debido a la improvisación con este servicio. En vez de recoger la basura a diario con modernos sistemas de saneamiento, desde hace 17 años contenedores desparramados de basura plagan las barriadas. Las playas de Vargas están contaminadas porque las cloacas son vertidas al mar y la planta de Punta Gorda no trabaja.
En salud el colapso es inhumano. Vargas no llega a tener 150 camas hospitalarias operativas – incluidas las clínicas privadas. Esto es peor que en los países más miserables del planeta. En nuestro estado deberían funcionar al menos 1.000 camas hospitalarias, por lo menos 4 nuevos hospitales de 250 camas, para tener el estándar médico-asistencial requerido internacionalmente. Pero no han construido ni un nuevo hospital desde hace 17 años y han dejado que los viejos centros clínicos se deterioren irresponsablemente.
Sin agua corriente, excesiva contaminación y pésimos hospitales, lo único que prospera en Vargas son enfermedades como zika, dengue, sarna, gastroenteritis, conjuntivitis, gripes y diarreas.
Similar colapso ocurre con el abastecimiento de comida y medicinas, con el transporte urbano, con la infraestructura de turismo y servicios.
En Vargas se han perdido 17 años.
En este escenario, es inviable desarrollar el turismo. ¿Cómo construir un nuevo hotel si no hay agua ni electricidad, si el transporte no es confiable, si matan a turistas dentro del aeropuerto o los roban en el puerto, si la población no tiene con qué comer o curarse?
Esta es la herencia del socialismo chavista en Vargas, una gestión de antipolítica pública signada por la improvisación, la corrupción, el desorden, y el rechazo al talento y al sentido común.
Ante este colapso, no hay otra alternativa que enfocarse en la reconstrucción del orden, la prosperidad y la normalidad en Vargas.
Hay que recuperar el tiempo perdido. Es momento de retomar la fe del guaireño en un mejor porvenir. Tenemos profesionales y técnicos varguenses que amamos nuestro estado, un sector privado nacional e internacional interesado en Vargas, universidades y gremios que han sido relegados, todos dispuestos a ayudar en la reconstrucción de Vargas.
Este nuevo amanecer generará empleos y oportunidades para todos. Vamos a unir a Vargas y decir de nuevo con fe:
¡Manos a la Obra!
La Guayra, 25 de marzo de 2016