Ocho presos, un secuestrador abatido, otro muerto a tiros, un rehén asesinado y otro herido fue el saldo negro de la historia del secuestro de Filippo Sindoni —industrial italiano, radicado en Maracay, Aragua—, que arrancó la noche del martes 28 de marzo de 2006 y terminó fatalmente, horas después. El 29 lo hallaron muerto en una quebrada en Arenales, cerca de Carora.
Ángel Mendoza / Panorama
De 73 años, Sindoni —propietario de varias empresas como el diario El Aragüeño, una televisora regional, fábricas de alimentos y bolsas plásticas— circulaba por su querida Maracay. Iba en su Honda Accord, dorado, placas DAC61A que conducía su chofer, Luis Alberto Sojo Ríos.
Pasaban cerca del Instituto Pedagógico de Maracay, en la avenida Las Delicias. Había una alcabala. Ante el cono rojo y la orden de detenerse, Sojo frenó. Allí mismo los sometieron. Al conductor le dieron un cachazo en la cabeza y lo dejaron cerca del Hotel Maracay, a pocas cuadras.
“Siempre estuvo belicoso”, contó el chofer de Sindoni, sobre los pocos minutos que pasó junto a su jefe luego de que los captores le manifestaran sus intenciones.
Los tres hombres que se llevaron a Filippo tomaron la autopista Regional del Centro. En Guacara, “cambiaron de ropa a Sindoni y pasaron a un Toyota Yaris, blanco. Además, le suministraron tranquilizantes”, se cita del documento de apelación de las sentencias que se impusieron a los implicados en el caso.
El Accord quedó en Bejuma, a 109 kilómetros. Allí fue recuperado por la policía.
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