La semana pasada, la revista The Economist ilustró su portada con la imagen del presidente chino Xi Jinping. Bajo el titular“Cuidado con el culto a Xi” y en un diseño inspirado en los tiempos de Mao, la publicación británica criticaba su mano dura contra los activistas, la mala gestión económica y el excesivo culto a su persona. “Xi Jinping ha adquirido más poder que ningún otro líder chino desde Mao Zedong. Se suponía que esto le iba a permitir hacer más cosas. ¿Qué está yendo mal?”, se preguntaba The Economist.
Por Daniel Mèndez | Zai China
No hay duda de que el actual Presidente de China ha asumido casi todo el poder en muy poco tiempo. Además de líder del Partido Comunista, es también el jefe del Estado y del Ejército. Su alargada sombra se extiende a otros puestos que sus predecesores no tuvieron, como un comité para dirigir las reformas económicas y otro para controlar los servicios de seguridad del país. Xi Jinping tampoco parece tener que lidiar con la influencia del anterior número uno, Hu Jintao, quien a diferencia de Deng Xiaoping o Jiang Zemin se ha evaporado del mapa tras abandonar su puesto. Xi podría estar rompiendo de esta forma con el liderazgo colectivo y poco personalista que había prevalecido en el Partido Comunista desde la muerte de Mao. En otro artículo,The Economist se refiere a Xi Jinping como “El Presidente de todo”.
Además de eso, Xi ha subido varios decibelios el culto sobre su persona. El Presidente de China es llamado frecuentemente en los medios de comunicación como “tío Xi” (???, xi dada), una cariñosa expresión que ha ido acompañada de viñetas, vídeos y canciones. El último ejemplo es el vídeo “El tío Xi está enamorado de mamá Peng” (????????), en el que se exalta su historia de amor con la ex-cantante Peng Liyuan, se muestran muchas de sus fotografías en viajes oficiales y se dice que los hombres aprenden de Xi y las mujeres de Peng. Según Baidu, el vídeo ha sido reproducido en más de 20 millones de ocasiones.
La revista británica no acaba ahí su duro varapalo a Xi Jinping. The Economist también critica su incompetencia para dirigir la economía china, aprobar reformas sociales y permitir mayores libertades en el país asiático:
Desde los oscuros días tras las protestas en la Plaza de Tiananmen de 1989 no había habido una represión tan dura con los críticos del Partido.
Xi Jinping parece tener poco tiempo para el irritante asunto de hacer al Partido Comunista respetar la Ley, para cerrar las empresas estatales deficitarias o para traer los cambios sociales que tanto necesita el país, como acabar con las restricciones que limitan el acceso de los migrantes rurales a los servicios públicos urbanos. La tarea de preservar su poder es un trabajo a tiempo completo.