La calidad de vida hoy esta extraviada en casi todo el planeta, en cada continente, con mayor acentuación en algunos lugares más que otros, y todos pensarían en África, Asia y ciertos espacios de Latinoamérica, pues bien, es un estado que esta arraigado de raíz al respeto de los derechos humanos y al cumplimiento efectivo de las políticas publicas gubernamentales atadas a la participación ciudadana en cada uno de sus sectores para generar inclusión y respuesta a las demandas y deberes de la población.
Venezuela por ejemplo es el país con el peor índice de calidad de vida en una lista comprendida por 57 naciones, según informó en una oportunidad la encuestadora Numbeo. También un estudio de la consultora Mercer, titulado “Ránking de Calidad de Vida”, que evaluó a 230 ciudades del mundo, ubicó a Caracas en el puesto N° 179, posicionándola como la urbe con peor calidad de vida de América Latina.
Cuando hablamos de calidad de vida nos referimos a todos aquellos elementos que hacen que la vida sea digna, cómoda, agradable y satisfactoria. En el caso venezolano, sería muy oportuno comenzar hablando de la inflación que, según los economistas más eruditos del globo terráqueo, se ubica desde hace buen tiempo como la más alta del mundo, calculando proyecciones del 700% y rompiendo todo precedente histórico en la economía nacional.
Cinco años atrás era posible comprar un modesto vehículo del año con Bs 130.000, actualmente dicho monto es el valor de un teléfono celular. Diez años atrás, una cómoda casa en un circuito cerrado podía ser adquirida, a través de créditos, en Bs. 140.000 mil, pero el mismo monto actualmente no permite comprar ni una moto. Actualmente la banca pública y privada, apenas asignan a través de créditos, menos de 5% del costo de un apartamento. El kilogramo de queso blanco duro supera en el mercado los Bs. 1.000, y mayor valor tiene un cartón de huevos. Si a ese monto se suman los tres ceros suprimidos en 2007, se haría entonces referencia a cifras millonarias, que actualmente se pagan por productos básicos y de primera necesidad.
Una prueba evidente de ello es que, según el más reciente informe del Centro de Documentación y Análisis Social (Cendas), la canasta alimentaria tuvo un costo de Bs. 180.000, Eso quiere decir que una familia con un sueldo mínimo como ingreso solo podrá adquirir menos de un cuarto de los alimentos básicos. Lo peor del caso es que nadie escapa de la escasez, ni siquiera la red gubernamental: Mercado de Alimentos (Mercal) ha reflejado niveles de desabastecimiento superiores al 80%, según Datanálisis, encuestadora que además reporta que bachaqueros y revendedores de alimentos ocupan 65% de las colas en los mercados del gobierno.
Adicionalmente, el dólar paralelo superó los 1000 bolívares y sigue creciendo, prácticamente a diario. Lo que no crece, y por el contrario va en picada, son los precios del petróleo, cuyo escenario es crítico. Lo peor es que esta caída de los precios del crudo impacta de forma negativa en la economía nacional. ¿Por qué?, porque de cada 100 dólares que entran al país, 96 provienen únicamente del ingreso petrolero. Asimismo, al caer los precios de la cesta petrolera, la cantidad de divisas que entran al país es menor, situación que continuará promoviendo el alza del dólar y esto a su vez afectará a las reservas internacionales.
Lo cierto es que, de acuerdo con las estimaciones realizadas por los investigadores económicos de varias universidades del país, la proporción de pobreza para el año 2016 es de 65%, es decir, más de 20 millones de venezolanos estarán en situación de pobreza al finalizar este año debido a todo lo antes expuesto. ¿Podrá tener calidad de vida el venezolano con semejante situación financiera?
Pero las malas noticias continúan, pues los males de esta nación petrolera no son únicamente económicos. El tema del crimen y la violencia ha ubicado a Venezuela en sitiales muy negativos, posicionándose como el segundo país más violento del mundo, al tener una tasa de homicidios de 53,7 por cada 100.000 habitantes, según un informe elaborado por la Oficina de la Organización de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. Y es que, según el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), desde 1999 hasta 2015 se registraron casi 300 mil muertes violentas. Esto sin ahondar en temas como el secuestro, el tráfico ilegal de drogas y la corrupción, que también son parte del día a día.
De esta forma podría aseverarse que las cifras sobre cómo vive el venezolano hoy en día no son nada alentadoras. Por eso, desde el punto de vista objetivo y estadístico, la calidad de vida en Venezuela ha decaído a niveles sin precedentes. Incluso, desde el punto de vista subjetivo (que es otra manera de medirla) el panorama es desastroso.
En las mas recientes encuestas se determinó que 9 de cada 10 personas considera que Venezuela no podrá recuperar su calidad de vida si no se estabiliza la economía, si no se le pone un stop a la inseguridad y si no se acaba con la escasez, la corrupción, las fallas en los servicios, el bachaqueo y las colas, para lo cual solo hay un escenario posible, el cambio de modelo económico y político de forma inmediata, en esta antigua “tierra de gracia”, lo urgente y lo importante se han combinado en formula para declarar una emergencia humanitaria de una calamidad demencial y colosal, de la patria de Bolívar solo queda el nombre, hoy requiere con urgencia de la asistencia internacional y de la voluntad nacional para no acabar de consumarse en un estado fallido.
Daniel Merchán
@Daniel_Merchan en Twitter.