Es hora de una gran coalición nacional de todo el pueblo.
Por muchísimo menos de lo que ocurre en el país, Dilma Rousseff está a punto de ser destituida de la presidencia de Brasil. A Dilma se le atribuye básicamente encubrir la corrupción que ha manchado y desprestigiado a Petrobras, con el propósito de beneficiar a sectores vinculados al Partido de los Trabajadores. También se le señala haber maquillado las cuentas públicas para favorecer su reelección presidencial en 2014.
En Venezuela a Chávez y a Maduro esos señalamientos les quedarían cortos y sin embargo el primero fue duro de derrotar y el segundo se resiste a ser revocado ante un inédito y cada vez más creciente rechazo popular, tan grande y demoledor llegado el momento, como la torta que ha puesto, más aun si se demuestra que ni siquiera cumple con los requisitos para haber participado en una elección presidencial por poseer doble nacionalidad, venezolana y colombiana.
Pero que está ocurriendo, por qué es tan difícil desalojar del poder a unos aparentes orates de la política, que lo han secuestrado “por la vía electoral”, pero que sistemáticamente han destruido prácticamente todos los espacios y reglas elementales de una democracia? Por qué el pueblo les ha votado y por qué todavía pocos sectores le apoyan?
Sobre las respuestas a estas preguntas mucho se ha escrito y mucho se ha explicado con acierto en el país. Lo cierto es que el pueblo cada vez respalda más a la MUD y menos al gobierno, pero a la vez como en el fútbol, se pasa del éxtasis de una victoria, a la tristeza más dolorosa, al ver frustrado el deseo de cambio político que la inmensa mayoría anhela para Venezuela desde hace ya bastante tiempo y esto es muy peligroso, porque puede conducirnos a una depresión colectiva, a la inmovilidad y a la aceptación de esta desgracia.
Incluso ahora que el cambio parece estar más cerca, la camarilla de bandidos incrustados en todos los poderes, menos en la Asamblea Nacional donde son minoría, se empeñan en cerrar las compuertas a lo que es un clamor nacional y una necesidad de supervivencia.
Entonces, qué hacer? En primer lugar estar conscientes de que nos encontramos en otro momento de la lucha. Para echarlos del poder no basta estar convencidos de que son los únicos responsables de la destrucción de la economía, del sistema de salud, del sistema eléctrico nacional, de PDVSA, de haber corrompido todas las instituciones y conducido a la miseria y a la delincuencia a miles de jóvenes, de llevar el bolívar fuerte a un bolívar anémico sin valor alguno, de convertir los salarios e ingresos de la gente en nada, de buscar igualar hacia abajo, hacia la pobreza a todos los venezolanos, sean del partido que sea, de mantener a la gente todo el día en las calles haciendo colas para encontrar la poca comida que existe. La desgracia de esta realidad no es para los opositores, es también para los pro-oficialistas.
La nomenclatura que gobierna, no se visualiza fuera del poder, porque saben perfectamente, que a la vuelta de la esquina les espera el desprecio, el reclamo justo por los desmanes cometidos, la justicia que les alcanzará y los llevará a la cárcel. Lo saben porque están involucrados no solo en la detestable corrupción administrativa que está hundiendo en la miseria a millones de personas, sino también en el negocio del narcotráfico, en la venta ilegal de petróleo, minerales y la entrega de la soberanía a Cuba y a China. La alianza temprana y perfecta con las FARC de Colombia, les abrió el apetito por todo lo ilícito y ahora no lo quieren dejar, se hicieron adictos.
Si Dilma y Lula en Brasil son acusados de haber permitido o facilitado la desaparición de unos 30 mil millones de dólares y desde luego daños profundos a la economía y a la marca “Brasil” que lucía como una esperanza para millones de brasileños, a Chávez y a Maduro y a la banda que los acompaña, se les atribuye la desaparición de una cantidad que supera los 300 mil millones de dólares, más los daños colaterales que hasta ahora no han sido cuantificados, pero que sin duda nos asombrarían si nos atreviéramos a imaginar algunas cifras. Brasil afortunadamente no fue devastado, la Constitución ofrece una plataforma para salir de la crisis y las instituciones y los poderes conservan cierta autonomía.
Salir de este túnel, a pesar de la luz que ya se ve a lo lejos, es mucho más que un juego de ajedrez.
La AN y la MUD solas no pueden alcanzar el objetivo, porque la pandilla que gobierna juega sucio, como siempre lo ha hecho. Algunas tácticas nuevas deben implementarse y deben considerar los siguientes elementos:
1. Todo lo que la AN proponga para que el cambio se cristalice, será invalidado por el TSJ, aunque no debe abandonar ninguna vía que brinda la Constitución.
2. Todo el pueblo debe y tiene que incorporarse activamente a esta lucha. Es una batalla entre un grupo de delincuentes, contra un pueblo al que han dividido para ellos beneficiarse.
3. Las bases del PSUV tienen que unirse en contra de esa camarilla que les está dejando sin partido, sin organización y sin el sueño legítimo en el que una vez creyeron.
4. Los sectores de la clase media que aún subsisten, tienen que poner en marcha toda la creatividad posible para encontrar medios efectivos de protesta. La MUD no lo es todo.
5. Ir hacia una organización y movilización nacional, en cada rincón del país para salvar a Venezuela, es una tarea de todos, sin excepción. Evitando la violencia y consolidando la unidad para una gran transformación.
6. La MUD y todos los partidos que en ella conviven deben ser conscientes que hay que buscar una alianza aún más fuerte. Buscar una gran coalición entre los sectores de oposición y pro-oficialistas que no están de acuerdo con el gobierno y que quieren un cambio, pero que no quieran a la oposición.
7. Los sectores del oficialismo decepcionados, pero honestos que quieren nuevas oportunidades para hacer política, que quieren una democracia que funcione, que no quieren perder el espacio ganado, deben tender puentes con la MUD para unirse al cambio, no para unirse ideológicamente a ella, sino para luchar por lo que creen y no continuar apoyando a un gobierno que les ha traicionado.
8. La MUD y los cuadros medios del PSUV deben acercarse y preparar una agenda común para la transición.
Es la hora de la gran unidad nacional, de la gran coalición para salvar a Venezuela. Solo por este camino, el revocatorio y otras opciones que la AN proponga para salir de Maduro, de la cúpula militar desacreditada y de la comparsa de corruptos que gobiernan, serán posibles.