Nicolás fue tan diligente (¡como nunca lo ha sido para gobernar Venezuela!) que el avión con ayuda humanitaria aterrizó en Ecuador antes que el mismísimo Presidente de ese país. Cuando Rafal Correa llegó del Vaticano, unas diez toneladas de alimentos y equipos de rescatistas criollos le aguardaban; no como gesto de la solidaridad, sino como símbolo del agradecimiento cómplice fundado por Chávez en el continente.
Su sucesor sí que sabe mantener esos nexos. Le conviene tener de su lado –sea cual sea el costo- el apoyo de los homólogos de la región. Más ahora que se ha reducido el número de “aliados políticos” con la llegada de Macri a la Presidencia de Argentina, el escándalo de Dilma por corrupción en Brasil y el cobro de la deuda que viene manifestando el Gobierno de Tabaré Vásquez en Uruguay, por incumplimiento de acuerdos bilaterales.
Y claro que la urgente colaboración de Miraflores también tuvo como objetivo mostrarle al mundo que Venezuela no tiene crisis alimentaria. Pero el sol no puede taparse con un dedo y la estrategia de Maduro fue reseñada en los medios del mundo con un titular un tanto irónico, pero bastante realista: Venezuela envía a Ecuador lo que más le falta: medicamentos y comida.
Con esta acción no sólo se convirtió en el primer gobierno en auxiliar, sino que subrayó una vez más que hay “claridad para la calle y oscuridad en la casa”; justo pocos días después de que la encuestadora Datanálisis revelara que en el país hay 82,8% de escasez en fármacos y alimentos.
Pero el descaro sí que no tiene fin con el Gobierno Bolivariano y siempre hay otro episodio que lo deja en evidencia. Dos días después de mandar ayuda humanitaria al extranjero, la lluvia en Venezuela vuelve a sumar damnificados, y éstos no han tenido la respuesta ni el socorro oportuno de Maduro.
Cientos de familias ahora están necesitando –como TODO EL PAÍS- que el Ejecutivo practique la misma sensibilidad que tuvo con Ecuador el domingo pasado. Porque acá también hay necesidades que están en terapia intensiva.
@keyberth