China debe estar alerta ante malignas influencias religiosas llegadas del extranjero, afirmó el presidente chino, Xi Jinping.
Sus declaraciones siguen a un endurecimiento de las regulaciones sobre religión, que incluye la prohibición del velo y la barba en la región mayoritariamente musulmana de Xinjiang, así como la retirada de cruces en iglesias del este de China.
“Debemos vigilar con decisión contra infiltraciones extranjeras a través de medios religiosos e impedir las infracciones ideológicas por parte de extremistas”, afirmó Xi.
El presidente hizo esas declaraciones en una conferencia sobre religiones durante el fin de semana en Beijing, según la agencia oficial de noticias Xinhua.
Los grupos religiosos deben someterse al control del gobernante Partido Comunista, señaló, destacando que “de ningún modo deben las religiones interferir con la administración, justicia y educación del gobierno”.
Durante los últimos dos años, las autoridades de la provincia oriental de Zhejiang han derribado cruces en iglesias y otros símbolos externos de la fe cristiana, afirman que violan las normas de urbanismo. Las voces críticas dicen que es un indicio de lo rápido que crecen los grupos cristianos al mismo tiempo que aumentan los contactos entre iglesias chinas y fieles extranjeros, lo que ha puesto nervioso al Partido Comunista.
A los gobernantes chinos también les preocupa la violencia en la región occidental de Xinjiang, y afirman que muchos miembros de la etnia uigur cruzan la frontera para luchar por el grupo Estado Islámico en Irak y Siria con la intención de regresar para realizar ataques en China.
Activistas representantes de la comunidad musulmana uigur afirman que buena parte de la violencia se debe al desarraigo económico y las restricciones impuestas sobre las prácticas religiosas y culturales del grupo. AP