La carrera por la creación de aviones más rápidos está en auge. Sin embargo, muy pocas de las propuestas actuales parecen estar cerca de desarrollar un prototipo que se haga realidad. Hasta ahora. La compañía Boom Technology pretende cambiar con su nuevo proyecto la forma en la que viajamos. Su apuesta es un avión que vuele a 2,2 veces la velocidad del sonido, a más de 2.400 kilómetros por hora y que pueda cruzar el Atlántico en menos de cuatro horas. Esta velocidad supondría ir 2,6 veces más rápido que una aerolínea actual estándar y recorrer así la distancia entre San Francisco y Tokio en cinco horas, en vez de las 11 habituales. Además, esta propuesta cuenta con un apoyo extra: el respaldo del magnate británico y fundador de Virgin Group, Richard Branson. Con todos estos ingredientes, Boom Technology ha anunciado que podría tener un prototipo real del avión a finales de 2017.
Los billetes costarán 5.000 dólares. “Un precio asequible”, según la compañía.
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Esta compañía ha firmado una colaboración de 2.000 millones de dólares con Virgin Galactic, una empresa subsidiaria de Virgin Group. “Confirmamos que vamos a proveer servicios de ingeniería, diseño y manufactura al proyecto de Boom Technology”, ha explicado un portavoz de esta compañía al periódico británico The Guardian. Dentro del acuerdo está incluida la opción de que Branson se quede 10 aviones para su sociedad Spaceship Company. En otras palabras, el multimillonario todavía no ha comprado ningún avión, pero se guarda la opción de adquirir 10 de ellos si todo sale según lo planeado.
Una de las claves de Boom, así han llamado al prototipo, es el coste de los billetes: 5.000 dólares. En palabras de Blake Scholl, el fundador y director del proyecto: “Estamos hablando del primer avión supersónico en el que la gente puede permitirse volar”. Scholl definía este precio como “prácticamente el mismo” que el coste de viajar en clase business.
La clave para que un billete de Boom cueste cuatro veces menos está en los avances tecnológicos de la fibra de carbono, que permitirá al equipo de Scholl construir el avión un 30% más eficiente en combustible que el Concorde, según el director del proyecto. Este nuevo avión tendría solo 40 asientos, separados en dos filas, con el objetivo de que cada pasajero tenga vista directa “de la curvatura de la Tierra”.