Yo acuso a todos, a quienes con cobardía cívica y sin ninguna virilidad, permitimos que el canal de Televisión RCTV fuese sacado del aire, que la cadena Globovision fuese puesta en manos de los mismos malhechores que aparecían coludidos en esa aberrante novela de depravaciones de todo índole del caso del fiscal Danilo Anderson.
Yo acuso a quienes no nos dimos por enterados cuando Rafael Poleo debió abandonar el país, perseguido. Yo acuso a quienes cuando se hostigó a Ravell por informar de un temblor, miramos a un lado.
A quienes dijimos eso no es conmigo, cuando el periodista Gustavo Azocar estuvo tras las rejas por una factura política. También a los que observamos impávidos la salida de Napoleon Bravo, Luis Chataing, Kiko Bautista. Uno a uno, cayendo como moscas.
Yo acuso a todos de un panorama aterrador, que recuerda la auto censura que sufrió el periodismo en el Perú de Fujimori. Ha sido el silencio la marca que hemos puesto a una falta de coraje, silenciado cuando una conocida cadena sacó del aire el Programa los Runrunes de Nelson Bocaranda, o cuando se amedentró contra el editor Frank de Prada (Noticias24), desde Aló Presidente y cuando se cercó a la polémica profesora Marta Colomina.
Igualmente condeno el silencio cuando se atropelló a Nitu Pérez Osuna o cuando se sacó a Yvan Ballesteros de la radio. Silencio y más silencio. Venid a ver, los frutos de nuestra cobardía cívica.
No escribo en gesto hostil contra los dueños de los medios que presionados tuvieron que vender. No deseamos tampoco molestar a quienes en silencio aplaudieron la confiscación del Grupo 6to Poder.
Es un acto de indignada protesta y una denuncia contra las brutales, despiadadas y crueles medidas que el gobierno adoptó contra la prensa y los periodistas, todo en la búsqueda de silenciar para siempre cualquier vestigio de libertad de expresión, y en el peor de los casos, lograr que los medios tuvieran miedo.
El saldo es la ignominia absoluta. No hay por donde gritar. Los medios confiscados, sus editores perseguidos y encarcelados. En fin, es la fiesta de los asesinos, gastando a manos llenas el dinero obtenido con sangre inocente, sin que nadie, absolutamente nadie, pueda reclamarles y señalarles.
Es el silencio por la fuerza, la única forma que los dictadores encuentran para falsear la verdad.
El objetivo de estas líneas no es ofenderlo ni insultar Gobierno, pero como él se ha propuesto intimidar, atemorizar a este país, y finalmente destruir la libertad de expresión , y de ser necesario la propia existencia física de sus enemigos, considero un deber elemental recordarle algunas verdades: señores representantes del Gobierno, la misma ignominia que ustedes han hecho que padezcamos, la padecerán ustedes.
La historia es cruda. Ahí está el poderoso Milosovic refugiado con una pistola intentando evitar que lo llevaran arrestado. Fujimori, huyendo de su propia jauría para después ser sometido por la justicia. Gadafi ensangrentado pidiendo para él, la clemencia que no tuvo con otros.
Escuchen este grito tumultuario. Ustedes no tienen moral ni derecho alguno a hablar de libertad, democracia y derechos humanos, entre otras razones, porque a mí me mantienen preso porque le temen a lo que represento: la libertad de prensa. Y mi decisión irrenunciable a decir lo que me salga del forro del alma, porque como dice San Pablo en El Nuevo Testamento: “para ser libres, nos liberó Jesús”
Lo demás es basura y estiércol. Un expediente poniéndome como financista de terroristas, candidatos presidenciales ligados al paramilitarismo colombiano. Estiércol y más estiércol brotado de esa corrompida a la que le han entregado el Ministerio Público. Quien por cierto ha sido la principal beneficiaria de toda la horrenda e inmoral especulación cambiaría en Venezuela.
Señores representantes del Gobierno, ustedes juraron respetar y hacer respetar la constitución. si así lo hiciereis, que Dios y la patria os premien. Si no, que os lo demanden. No lo han hecho. No han respetado ni han hecho respetar la Constitución y las Leyes. Por el contrario, han instigado abiertamente a burlarse de todo el enunciado sobre los derechos humanos y libertad de prensa que ella contiene.
No quiero alargarme. Recuerden que los bumeran se devuelven. Señores representantes del gobierno, tengo fe en el pueblo y sus destino, y si los jefes son inferiores, y si algunos cavilan siendo incapaces de definirse, y si hay hombres dirigentes coludidos para no dar la batalla de mando y de combate, puede que los dirigentes sigan con sus mentiras e hipocresías, pero el pueblo, señores representantes del Gobierno , hastiado de todo cuanto aquí denuncio, terminará arrollándolos.
Hay de aquel día, en que habrá llanto y dolor, pero habremos construido nuestra propia gloria. Porque, como decía Blanco en Venezuela Heroica, un pueblo sin gloria es un pueblo sin pan.
Yo acuso, en síntesis, a quienes hay que acusar: a todos, por permitir este pantano.