Salir legal y pacíficamente de Maduro es el asunto; otra cosa son las vías para lograrlo. Reconocer esta diferencia entre fin y medios evitará que el trabajo de la oposiciónse limite al revocatorio; lo cual pareciera conveniente porque nadie puedegarantizar que la derogación del mandato presidencial se realizaráeste año ni podría asegurarlatransparencia del proceso electoral. Al contrario, el comportamiento del TSJ y el CNE sugiere que loprobable es que la fecha del evento se agende para algún momento del 2017; y, además, las circunstancias permiten anticipar que esa elecciónotra vez estaría marcada porlos privilegios, sobornos y corruptelas oficiales.En caso de materializarse el revocatorio un verdadero paquete de fraudes sería autorizado y ejecutado como nunca antes.
De allí que para terminar con este gobierno se necesita una estrategia política, no bastará con activar una fórmula constitucional. El revocatorio, al igual que la enmienda, es únicamente una alternativa legal. Pretender usarla para sustituir la estrategia es un error tan grueso como confundir la parte con el todo. Por lo demás, es útil distinguir entre la dispersión en la que se incurrió al ensayar por varias vías constitucionalesdespachar a Maduro y la pluralidad de acciones, tácticas y técnicas que se sincronizan dentro de una estrategia. La confusión inicial quegeneró la MUD nada tiene que ver con trabajar en los distintos tableros que estarían dentro una estrategiadel tipo “paraguas”.
Una estrategia única y, al tiempo incluyente, recomendaríaatacar a Maduro por varios flancos ensimultáneo. Con la fuerza queactiva el revocatorio apruebaaclarar la cuestión de sunacionalidad; a la vez, presiona por la reincorporación de los diputados de Amazonas sin desactivar la lucha para traer los capitales que se fugaron por la corrupción del gobierno. Por supuesto,aumentar el acoso sobre el CNE también lo aconseja para concretar las regionales este diciembre.
Por cierto, en el marco de una estrategia integralla fecha del revocatorio no condicionaría sus efectos. Entre otras cosas porque ese acto se convertiría en un instrumento que en cualquier momento serviría para debilitar al gobierno; al tiempo que mejoraríala posición de combatey negociaciónde la oposición. Desde esta perspectiva, el revocatorio sería provechoso inclusive a finales o mediados del próximo año;pues su función sería terminar de desfondar por completo la legitimidad de un régimen que está todo podrido, no sólo expulsar a Maduro.
Es sistémica esta pelea y, por lo tanto, la estrategia debe tener la misma forma. El enfoque parcial y partidista siempre fracasará porque no se corresponde con la naturaleza del problema que ahora se enfrenta. Además, ninguna alternativa jurídica podría imponerseporque en ese terreno la inescrupulosa conducta del gobierno y su red de cómplices esdesinhibida y contundente.
En el actual contexto, lo conveniente es echar mano a la prudencia antes que a promesas que serán imposibles de cumplirse gracias a las maniobras oficiales. La experiencia acumulada en los últimos 17 años debería servir para despertar el sentido de realidad en algunos jefes de la oposición. Sobre todo, hay que aprender de lo que ha sucedido con las decisiones de la Asamblea. Einstein decía que la locura es hacer lo mismo esperando obtener resultados diferentes.
Superar la situación en la que se encuentra Venezuela exige una visiónglobal; envolvente o sistémica, si se quiere. Basta pensar que las prácticas y acciones que la oposición realice deberíanaderezarse conacercamientos,encuentros, diálogos y negociaciones con la gente del Polo patriótico.El puente discursivo con lamilitancia chavista es otro elemento que requiere mantenerse caliente para calzar las piezas del rompecabezas que se ponga en marcha. Después de todo, la salida de Maduroes un hecho esencialmente político; no jurídico. Esto es: esa decisión dependerá exclusivamente de la voluntad ylas decisiones que pacten los ciudadanos y los líderes; no de las leyes y sus procedimientos.
Alexis Alzuru
@aaalzuru