Ningún gobierno en el mundo se comporta de forma tan irresponsable como el de Venezuela. La orden presidencial para que la administración pública sólo labore los días lunes y martes, es un caso único en el concierto de las naciones. Al menos nunca habíamos presenciado tal disparate de parte de otros gobiernos, por muy estrafalarios que fueran. Y mire que Bucaram en Ecuador, Mugabe en Zimbabue o Lukashenko en Bielorusia, son ejemplos de gobernantes grotescos, pero esos mandatarios disfuncionales nunca llegaron a cometer un exabrupto semejante. De manera que Maduro está sobrado en ese lote. La verdad es que esta pandilla de facinerosos se sacó el poder en una caja de Ace. Los caminos tortuosos de la historia le pusieron en bandeja de plata a esta secta de resentidos, el gobierno nacional hace 17 años y desde entonces no han cesado de destruir el país. Pareciera que cada día se levantaran con la idea fija de demoler algún remanente de lo que queda de Venezuela, para no dejar nada tras de sí. Su estrategia es sencilla: cogerse todo el dinero que puedan y permanecer en el poder a como dé lugar; en este sentido al declarar no laborales tres días a la semana, están alargando el plazo que tiene el CNE para revisar las firmas del revocatorio, de manera que éste se efectúe el año que viene, quedando Arístóbulo como Presidente hasta el fin del período constitucional.
En tanto que el gobierno está en su propio juego, el país se cae a pedazos. Hemos venido constatando como en los expendios de alimentos, llámense mercados populares, supermercados, abastos y bodegas, cada vez tienen sus anaqueles más vacíos. Es como si se tratara de un árbol que cada día está más marchito. En tanto, Polar se plantea el cierre inminente de sus plantas de producción de cerveza y malta. Por otra parte las factorías de cría y engorde de pollos no tienen alimento sino para dos meses, lapso en el cual tendrán que bajar la Santamaría. Son enormes pérdidas de empleos, pero también menos rubros en la mesa de la familia venezolana, con lo cual la escasez se acentúa, de manera que pronto nos veremos peleando por una hogaza de pan. Hacia eso vamos con paso firme y ritmo sostenido: el colapso del suministro de alimentos y su correspondiente escalada inflacionaria. Ya nadie duda que para este 2016 la inflación pronosticada de 700% se cumplirá cabalmente y si nos dejamos pisar por este desgobierno, el año que viene será de 2.000%. ¿Permitiremos eso?
Ya estamos viendo en los mercales colas muy largas de tres filas de personas apiñadas contra una pared. La agitación de la gente por las horas de pie y la incertidumbre de conseguir los alimentos, aunado a los intentos de otros por colearse, le otorgan a estas aglomeraciones todas las condiciones para provocar serios conflictos. Ya dio comienzo una dinámica de saqueos en distintos puntos del país, debido al hartazgo de la gente por las colas y a la rabia por la intensidad de los apagones. Lo que viene no es nada bueno y el gobierno sólo se ocupa de sus trampas políticas. Por otra parte, la manera como el régimen ha gestionado la crisis eléctrica es digna de amateurs. Como ministros de electricidad han pasado un obrero, un abogado, un militar y otro militar; todos ellos han sido garantía segura de fracaso y tal cosa ha ocurrido. Ningún país andino tiene problemas eléctricos derivados de El Niño, todos tomaron previsiones y tienen parques termoeléctricos que les han ahorrado los apagones, no así Venezuela.
El liderazgo oficial de país hace tiempo que provoca risa en los círculos gubernamentales del exterior; dan un espectáculo lamentable y, en lo privado, son objeto de burlas y mofas. Para nosotros ésta es una situación trágica que nos oprime y nos angustia. Si el Revocatorio se alarga, como pretende el gobierno, ello le va a hacer más mal que bien al régimen.
Miguel Méndez Rodulfo
Caracas 29 de abril de 2016