Por cierto, no fue el único afectado. Diosdado Cabello, desde ese esperpento mediático llamado “Con el mazo dando”, antes de que se hubiera recogido la primera rúbrica, acusó serios trastornos y comenzó a gritar: “firmas planas” “firmas planas”. Recurso utilizado en el 2003 para descalificar las firmas del revocatorio contra el Galáctico, hasta retrasar por muchos meses el proceso y montar la trampa que aplicaron comprando voluntades con las ya olvidadas misiones educativas.
El hijo del Eterno ha dicho: “Yo he designado un equipo especial para, en el momento que toque, revise una por una las firmas que recojan”, presidido por Jorge Rodríguez, experto en triquiñuelas electorales.
Son palabras a las cuales le caben por lo menos dos preguntas y/u observaciones:
Una: ¿Son producto de falta de control de esfínteres?. Es posible y sería bastante comprensible. Cualquiera se chorrea con medio millón de firmas por el pecho.
Dos: como dicen los jurisconsultos, ¿es una “confesión de parte”, es decir, es una confesión de que el CNE no es autónomo y que responde a la voluntad de Maduro?. También pudiera ser, pues el conteo y la verificación de las firmas corresponde es al organismo comicial y no al Pranato en el cual se ha trocado este desgobierno.
PD: mi reconocimiento a Henrique Capriles, Julio Borges y Primero Justicia en el impulso de la política del revocatorio ante la sordera y el egoísmo de otros.