Las lluvias del sábado alegraron al ministro de Energía Eléctrica, Luis Motta Domínguez, pero no a la comunidad de Villa del Sur en la parroquia Unare, publica Correo del Caroní.
Por Clavel Rangel/[email protected]
Esa noche, mientras en el embalse de Guri el Gobierno hacía una fiesta por el comienzo de la temporada de las precipitaciones (y en consecuencia la posible superación de la crisis eléctrica), en el centro del municipio Caroní también comenzaban los males de la época lluviosa: los cortes de luz, ahora por los imperfectos técnicos.
Y eso fue lo que pasó en un sector de lo que otrora fue la invasión Villa Bahía. Tras las lluvias una guaya de alta tensión cayó sobre una de las viviendas, y hasta este lunes en la noche ninguna comisión de la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec) se había acercado a atender la avería. O al menos eso dice la comunidad.
Carmen Gómez tuvo que cocinar lo que pudo el domingo para evitar que se le dañara la comida. Un pescado se le dañó y el pollo que le ha costado tanto tuvo que cocinarlo por completo para no perderlo. Alimentos que cada día cuestan más (por el desabastecimiento) y ahora temen que se les pudra en el medio de un apagón.
Es esa crisis lo que obligó a Carmen a acompañar a sus vecinos en la protesta de la noche de este lunes en la avenida Atlántico, para llamar la atención de alguien.
Quemaron cauchos y escombros en el medio de la calle, a pocos metros de las urbanizaciones como Loma Linda o Lomas del Caroní, en las cercanías de las playas del río Caroní.
Pedro González lo resume: “estamos en una crisis humanitaria, no hay alimentos, no tenemos luz, no hay medicinas, no tenemos agua. ¡Ya basta!”, declaró en nombre de sus vecinos.
¿Discriminación?
“¿Cómo es posible que nosotros tengamos que salir a protestar para que Eleoriente se asome aquí?”, inquirió Betzi Rojas, vecina de la barriada. “Para esto si tenemos al Gobierno, policías, para eso sí vienen pero cuando hay un problema en la comunidad ellos no se abocan”, reclamó ante la presencia de un contingente de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) en la manifestación, que los amenazaba con llevarlos presos si seguían quemando basura porque eso generaba contaminación.
La respuesta de los afectados fue casi de indiferencia. “Si a nosotros no nos resuelven, tampoco tendremos derecho a un ambiente sano”.
A Betzi -como al resto de sus vecinas- le preocupa que tras 24 horas no haya atención a una guaya que cayó. “Allí hay niños, vale, también somos seres humanos y tenemos necesidades”.
Un asunto medular es la refrigeración de los alimentos. “¡Cómo es posible que se nos vaya a dañar el pollo y la carne y todo eso, cosas que están tan caras hoy en día! El alimento de los niños perdiéndose, un alimento que no se consigue”.
Como en otros sectores alejados del centro de la ciudad, el mal servicio y las cuotas de racionamientos son más duras. Por esta misma razón este fin de semana protestó la comunidad de Francisca Duarte en la vía El Pao. En las periferias de Puerto Ordaz y San Félix pasan hasta tres días sin servicio eléctrico sin que nadie les atienda.
“Hasta el sábado la luz se había ido en regla, como indica el plan de racionamiento, pero ayer (domingo) se pasaron. Se fue a las 10:00 de la mañana y volvió a la medianoche”, contó Luisa Cabeza, residente del sector, quien relató que barriadas cercanas como Buen Retiro y Los Clavellinos también experimentaron fallas eléctricas, pese a estar ubicados, paradójicamente, cerca de las centrales hidroeléctricas Macagua y Caruachi.
Mary Mujica calificó la protesta como una especie de estallido, si se toma en cuenta las necesidades de la población. “Uno tiene un artefacto eléctrico y se le quema, ¿y quién se lo paga? Y el sueldo diario no da ni para comprar un pollo. La gente se molesta y sale a protestar, esto es lo que ocasiona el Gobierno con esta crisis”.
Aún quedan 31 días de racionamiento.