Encontrar anticonceptivos en las farmacias se ha convertido en un calvario para las venezolanas. Entre amigas intentan ayudarse comprando los que consigan o avisándose por mensajes de texto. Sin embargo, en muchas ocasiones no corren con suerte. Algunas dicen que es porque las bachaqueras se los llevan todo para revender, publica El Nacional.
“El otro día fui a una farmacia porque me dijeron que tenían las pastillas que tomo, pero cuando llegué ya se habían acabado”, dijo la estudiante Claudia Saturno. “Es que las bachaqueras se enteran y vienen todas a comprar, entonces uno compra con sobreprecio porque no queda de otra”, expresó.
En la redoma de Petare las cajas de pastillas anticonceptivas se encuentran en 1.300 bolívares, cuando en el mercado formal cuestan entre 200 y 400 bolívares. La historia se repite con los implantes anticonceptivos que están escasos y cuando hay los compran revendedores que luego los venden a 20.000 bolívares. Su precio real es de 1.610 bolívares.
Tampoco es fácil conseguir los anticonceptivos que comercializan los buhoneros. Hay que preguntar entre los puestos si tienen el producto o si saben de alguien que podría tenerlo. Ayer los vendían en un puesto de verduras. Para comprarlos había que acercarse a preguntar y el hombre que atendía le pedía al comprador que volviera más tarde.
Las largas colas en los supermercados para adquirir los productos regulados, mucha veces sin éxito, es otra de las razones por la cual consumidores recurren a los buhoneros ubicados en Petare.
“Yo, particularmente, les compro a ellos porque no tengo tiempo para las colas. Mi dinámica no da tiempo para la cacería de la cola. Hacerlo aquí me sale excesivamente caro, pero compro lo que realmente necesito”, relató Beatriz Pérez.
No hacen colas. Para los buhoneros conseguir productos es relativamente fácil, ellos les dejan las colas a los bachaqueros. “Está la gente que hace la cola hasta de dos días bajo la lluvia o el sol”, relató un buhonero.
“Los que hacen la cola vienen hasta aquí y nos venden con sobreprecio. Mira este aceite. La persona que lo compró en un local nos lo vende a nosotros por 800 bolívares”, añadió su compañero.
En su puesto, fabricado con guacales y una tabla de madera, los hombres exhiben pocos productos y con precios que sorprendían. En el mercado formal el litro de aceite cuesta 34,84 bolívares y ellos lo vendían a 1.000 bolívares, lo que equivale a un sobreprecio de 2.770%. También tenían lavaplatos de 350 gramos que cuesta 30,72 y ellos lo venden a 600 bolívares, 1.853% por encima del precio regulado.
Según ellos, su producto estrella es un kilo de café molido con el empaque remendado. Cuando la gente preguntaba pedían 3.000 bolívares, 332,14% por encima del precio regulado de 694,21 bolívares. Si el comprador se quejaba de la rotura del paquete, le decían que pasara más tarde porque en los guacales que tenían atrás había más café.
Los buhoneros han perfeccionado su forma de venta y todos repiten la misma operación: exhiben una pequeña muestra de su mercancía, mientras que el resto la guardan debajo de los puestos de verduras o en guacales que cubren con lonas para evadir a las autoridades.
Las madres siempre están a la caza de pañales y fórmulas infantiles para sus hijos. Al ver un paquete de 34 pañales, una mujer preguntó por el precio y le dijeron: “Está a 2.100”, 2.531,2% por encima de los 79,81 bolívares del precio regulado. “Está duro; para eso no tengo hijos”, contestó.
En el puesto de al lado le informaron que las fórmulas infantiles de 450 gramos le cuestan 6.000 bolívares. Si se compra en un establecimiento pagaría 151 bolívares, pero los buhoneros la venden 3.873,5% por encima.
Otros productos también tienen sobreprecio. La harina de maíz precocida está regulada a 19 bolívares y ellos la comercializan a 1.300 bolívares. Un kilo de azúcar debería costar 26,57 bolívares, pero los buhoneros lo venden a 1.600 bolívares. La harina de trigo debería conseguirse a 350 bolívares y en Petare está a 1.000 bolívares.
Para el comprador es igualmente cuesta arriba adquirir productos de higiene personal. Un desodorante cuesta 2.000 bolívares, cuando debería estar a 24,82 bolívares; el champú, a 1.500 bolívares y debería costar 32,96 bolívares; un jabón de tocador regulado se consigue a 500 bolívares cuando realmente cuesta 10,17 bolívares; la crema dental está regulada a 41,37 bolívares y la venden a 1.000 bolívares; y un paquete de 14 toallas sanitarias debería costar 28,89 bolívares y lo venden a 1.500 bolívares.
Un ama de casa aseguró que antes le compraba hasta nueve productos a los buhoneros, pero los precios actuales se lo impiden. “Cuando vengo compro lo que hace falta porque el dinero no alcanza”, dijo.