No los vamos a abrumar con un catálogo más o menos completo. Tampoco nos vamos a referir al desastre de la suspensión total del suministro eléctrico que se nos viene encima.
Tampoco abundaremos ni en la escasez de alimentos, ni en sus precios…ni en la inseguridad.
Hoy nos referiremos a la terrible situación que enfrentan los pacientes de enfermedades que, para cada uno de ellos, es la más importante. Aquí, el elenco si es infinito.
En la Venezuela del siglo XXI, que durante los más recientes tres lustros y medio ha recibido la inundación más grande de recursos líquidos (se mencionan cifras muy difíciles de digerir, como más de un millón de millones de dólares norteamericanos), se mueren niños, hombres y mujeres de cualquier edad, por ausencia de medicinas.
Durante la ya eterna vigencia de la absurda política de control de cambios, que ha desquiciado toda la economía y la vida de nuestros ciudadanos, se menciona que el dólar preferencial, que hoy tiene un precio de doce bolívares, se reserva para rubros “imprescindibles” entre los que naturalmente aparecen, los medicamentos.
La realidad es muy distinta. El régimen que nos destruye ha sido harto eficiente en la destrucción de la industria farmacéutica venezolana. También ha desplegado todas sus habilidades al antagonizar a las empresas farmacéuticas internacionales que, por muchísimos años, le han dado servicio a nuestra nación. A través del cerco económico que manejan en detrimento de los ciudadanos, restringen hasta la situación actual, el suministro de divisas imprescindibles para importar materias primas o productos terminados que se traducen en medicamentos necesarios para combatir, paliar o curar enfermedades que van…desde el resfriado y el dolor de cabeza…hasta los padecimientos más terribles.
A la falta de suministro de las divisas se le agrega un control de precios “draconiano” que hace imposible la existencia de medicamentos. Existen fármacos, cuyos precios de venta no son suficientes para pagar el costo del envoltorio. Se llega a la ridiculez…pero la consecuencia es muy simple. Visitar una farmacia es deprimente pues sus estantes permanecen vacíos o alojan productos que no sirven para curar o paliar ninguna enfermedad.
No queremos dar la impresión de que nos olvidamos del título de estas líneas. Por lo tanto, reproduzcamos lo que nos dice el DRAE sobre las dos palabritas.
Homicidio tiene tres acepciones: 1) Muerte causada a una persona por otra. 2) Cierto tributo que se pagaba antiguamente. 3) Delito consistente en matar a alguien sin que concurran las circunstancias de alevosía, precio o ensañamiento.
Culposo tiene una vigente: 1) Dicho de un acto o de una omisión imprudente o negligente: Que origina responsabilidad. 2) culpado (en desuso).
Nuestro altos estudios de ingeniería litigante nos impiden tratar de identificar si es aplicable el tema en los casos de muertes por negligencia de “alguien” por la falta de diligencia y oportunidad en el suministro de las divisas necesarias para importar las medicinas que podrían ser importantes para los pacientes…impacientes.
Para evitar la distracción de nuestros queridos lectores, omitiremos los planteamientos evidentes de las acreencias que tienen las empresas suministradoras, desde el exterior, tanto de materias primas como de productos terminados. Tampoco enfocaremos la ausencia de posibilidad de éxito que puede tener un libelo que invoque la corrección de este desmán ante la “justicia” vigente en Venezuela.
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