Distinguido Dr. Aristeguieta Gramcko.
Recientemente, publicó usted una carta dirigida a Henrique Capriles que me causó tanta extrañeza y preocupación que decidí expresarle públicamente mi modesta opinión. Estamos claros en que seguramente Maduro tiene doble nacionalidad y que tal condición es una restricción constitucional para ejercer la Presidencia de la República. Sin embrago, sorprende que en su misiva, en vez de aportar las pruebas correspondientes, un ilustre jurista como usted se limite a advertir a Capriles que “si decide profundizar sobre el tema, concluirá que Maduro es colombiano por nacimiento”. A mi juicio, tanto usted como la ex magistrada Mármol de León, han manejado el asunto con cierta ligereza. Pero no voy a hacer consideraciones jurídicas por dos razones: 1) No soy abogado y si exijo responsabilidad debo estar dispuesto a actuar en consecuencia. Y 2) Porque alguien podría inferir que no comparto la destitución de Maduro por tales causas o peor aún, podría interpretar que defiendo al susodicho. Al contrario, igual que la inmensa mayoría del país, no sólo presumo que Nicolás Maduro ejerce ilegalmente la presidencia sino que tengo la absoluta convicción de ello. Sin embargo, precisamente para que se haga justicia, aspiro que se actúe con prudencia y responsabilidad pues no basta con la mera convicción.
Por otra parte, no podemos avanzar generando falsas expectativas y eso es lo que usted hace cuando solicita que se emita “un decreto legislativo que remueva a Maduro por su condición de extranjero” y agrega que el mismo sería de obligatorio cumplimiento y no requiere autorización del TSJ. Dr Aristeguieta, con todo respeto ¿En qué país vive usted? ¿Acaso cree que esa vía tenga la más remota posibilidad de éxito? En un país donde las instituciones han sido demolidas, el cumplimiento de ese “decreto” depende de la voluntad del usurpador, a quien obviamente le hará comparsa este bochornoso TSJ. Pensar lo contrario simplemente es iluso y con franqueza, tanta ingenuidad es desconcertante. El país ha perdido el miedo y estamos dispuestos a dar la pelea en cualquier terreno pero Dr. Aristeguieta, no podemos asumir caminos inciertos y mucho menos fantasiosos. A este militarismo corrupto e inepto tenemos que enfrentarlo a partir de realidades concretas y lo vamos a derrotar asumiendo un camino que dependa de nuestras propias capacidades como país, de cada uno de nosotros y de nuestra disposición a organizarnos.
De pronto su planteamiento mostró una lucidez alentadora al reconocer que “el revocatorio es un derecho constitucional indiscutible de todos los venezolanos” (subrayado mío) pero luego sugiere que descartemos la idea -casualmente lo que quisiera el gobierno- porque “el CNE hará todo lo posible para postergarlo”, algo que usted da por cierto pues “se desprende de las declaraciones que diera su presidenta Tibisay Lucena”. Realmente me resulta insólito que usted crea en Tibisay Lucena y dude de Henrique Capriles. Pero no sólo expresa su duda sino que le pide que “no siga obstaculizando la destitución de Maduro” e insinúa que su motivación para tal despropósito son sus “ambiciones presidenciales”. De verdad ¿Qué sentido tienen estas infundadas acusaciones? No es mi objetivo defender a Capriles en esta controversia, entre otras cosas porque no hace falta. Además, algún confundido podría interpretar equivocadamente mis opiniones. Por fortuna, quienes me conocen -y aquellos que me honran con su lectura- saben que evito “meter las manos en el fuego” por figuras públicas y que soy alérgico a la adulancia. En todo caso, debo decir que Henrique Capriles mantiene una preocupación honesta por la realidad que sufre hoy el pueblo venezolano. Me consta que se ha entregado en cuerpo y alma a esta lucha. Y lo digo porque creo que el liderazgo de Capriles -y el de tantos otros que han arriesgado mucho en esta lucha- es algo que debemos preservar, es un capital político de la sociedad democrática y su misiva no solo desconoce ese valor, sino que descalifica a uno de los principales líderes democráticos del país y ello nuevamente lo coloca en una línea de coincidencia con los intereses del gobierno, sin querer, por supuesto.
En efecto, nadie puede dudar de su buena fe. Al contrario, es usted un ilustre venezolano y quizás sea una osadía que un simple ciudadano como yo, exprese su desacuerdo con alguien como usted. Le ofrezco mis sinceras disculpas, aunque no me siento culpable: así es la democracia. A propósito, también tiene usted derecho a discrepar de Capriles, lo improcedente es endosarle caprichosamente actuaciones indebidas, intereses facciosos o apetencias personales. Podemos tener diferencias pero lo responsable es actuar distinto al oficialismo, demostrando siempre respeto y tolerancia. En esta hora aciaga de la república, lo que más necesitamos es promover un clima de confianza en torno a la MUD y no sembrar dudas sobre la integridad de sus líderes. Lo que realmente contribuye a cambiar a este nefasto régimen es abonar a la unidad y su carta poco aporta en este sentido. No sé si ésta aporte algo, ojalá… Al menos, es mi deseo! En fin, lo verdaderamente relevante es que usted y yo podamos compartir el sentimiento de cambio que recorre al país. ¡Dios bendiga a Venezuela!
Twitter: @richcasanova
(*) Dirigente progresista / Vicepresidente ANR del Colegio de Ingenieros de Vzla