Son muchos los venezolanos que han tenido que dejar a sus familias en busca de mejores condiciones de vida. Deniris Daza, no escapa de esta realidad y hoy Día de la Madre, le dedica una conmovedora carta a su mamá (abuela) que a diario le pregunta: ¿“Mija, cuándo vienes?”.
A continuación la misiva completa:
Durante toda mi vida, los días como hoy estaban llenos de regalos. Llegaban los tíos, las tías, los hijos, los sobrinos. Pasabas todo un mes pensando en qué regalo era mejor. Me despertaba tempranito, hacía el café y corría al cuarto de mi abuela, la matrona de la Flia. López.
.- “Mamá arregláte que ya van a llegar las muchachas”, le decíamos a la viejita, mientras que las más jóvenes, iban a paso apurado acomodando una mesa con los regalos que le tenían preparados a mamá.
En cada celebración, mi abuela, a la que llamo “mamá” porque fue quién me crió, aunque realmente mi madre se llama Carmen y es su hija mayor, prepara un arroz chino que se ha convertido en la tradición de todas las fiestas de la casa, un arroz y un quesillo fabuloso que he tratado de imitar, pero que nunca consigo.
.- “Pero, mamá, es tu día”. Le decíamos
A lo que ella replicaba .- “No importa mija, es que a mi me da gusto, no me quiteis la voluntad”.
Hoy, dos años después de irme de mis tradiciones, solo me queda la pantalla de este computador, Skype y la sonrisa nostálgica de mi abuela. Los que nos fuimos somos muchos y se repite la sonrisa falsa ante aquella pequeña pantalla que nos entrega un ratico de amor a distancia. Los días de la madre pasaron a ser una hora frente a la pantalla, el café ya no huele, solo vemos la taza, a veces, si la conexión lo permite improvisamos alguna actividad que nos haga sentir cerca, pero, ellos siguen intentando mantener el arroz, el quesillo, los regalos, pero ya los que nos fuimos solo quedamos en el recuerdo, de un: “fulanito está allá, me llamó temprano”.
Cada vez que nuestras conversaciones terminan, cierra con la pregunta de siempre: .- “Mija, cuándo vienes?”, pregunta que cada vez es más difícil de responder y solo me limito a decirle: “pronto nos vemos mami”.
Y es que no hay mayor sacrificio para quien se fue, que perderse los momentos que se guardan en lo más adentro, mirar cómo las manos de tu vieja envejecen y se vuelven pasita, cómo le salen más y más canas o cómo empieza a olvidar cosas que antes parecían obvias. Cómo se despierta, cómo cocina, cómo todo. Cómo es posible que me hayan “obligado” a ser una hija con la cara de una pantalla. Cómo se recupera eso.
Para millones de madres en Venezuela hoy no hay un Feliz Día de la Madre, sino un día para recordar con mayor intensidad la distancia que separa al amor de madre por voluntad de otros.
A pesar de esto, deseo no solo para las mías, sino para todas las madres de mi país, la cercanía, las manos tocando el rostro de sus hijos y la sonrisa sincera y feliz del reencuentro con todos los hijos de mi patria, Venezuela. NP