En las oficinas hay ausencias al punto de que algunas están vacías. Una que otra persona camina en los pasillos como si anduviera extraviada y otras se lamentan por no haber cumplido su gestión. Hay escenas en las que se observan a funcionarios reposando en los rincones, conversando o contando los minutos en sus relojes para marcharse a sus casas. Así lo reseña eltiempo.com.ve /
En ciertos casos pareciera que el mayor movimiento de personal se concentra en la oficina de los titulares principales de cada organismo. En el resto, da la impresión de que el tiempo se hubiese detenido y el letargo pudiera cortarse en el aire. Se escucha el silencio.
Así está, probablemente, el panorama en la mayoría de las instituciones públicas de la zona norte de Anzoátegui, tras la reducción de la jornada laboral, con miras a hacer frente al consumo de energía eléctrica.
La medida fue publicada en la Gaceta Oficial Nº 40.855, el miércoles 24 de febrero, y establece que “todos los órganos y entes de la administración pública deben cumplir un horario especial laboral hasta nueva orden verbal, o escrita, de 7:30 am a 1:00 pm.
Luego, el 27 de abril, el Gobierno nacional redujo la semana laboral a sólo dos días durante dos semanas, medida que amplió posteriormente.
El anuncio se efectuó sólo 24 horas después de que comenzara a aplicarse en Venezuela, “exceptuando Caracas y otros cuatro estados”, el “plan de administración de cargas”, mediante el cual se harán cortes de cuatro horas diarias durante 40 días, con el objetivo de la paliar la sequía de la represa del Guri.
Consecuencias
Aunque para el gobierno las causas están bien justificadas, ciudadanos afectados consideran que todo junto, sin anestesia, amenaza drásticamente el avance de un país sumido en crisis.
El equipo de El Tiempo, al recorrer algunas instituciones ministeriales y de los gobiernos locales, constató la angustia de 15 usuarios, personas de a pie que sólo buscaban ser atendidas.
María Villamizar, domiciliada en el barrio Guamachito de Barcelona, no pudo tramitar un permiso para podar un árbol que está destrozando el piso de su casa, porque llegó al Ministerio de Ecosocialismo y Aguas después de las 2:00 pm.
Carlos García no logró obtener el préstamo para sembrar maíz en sus tierras, en Aragua de Barcelona, pues la oficina estaba cerrada por falta de energía eléctrica.
Amadeo Jiménez no consiguió hablar con ningún titular de Hidrocaribe para que reparase un bote de agua potable que le afecta en la zona alta de Puerto La Cruz, Sotillo, ya que sólo funcionaron las taquillas de pago entre miércoles y viernes de la semana pasada.
Ángela Soto lucía angustiada porque requería una carta de Catastro en Barcelona para vender su casa, pero debía esperar hasta el lunes.
Pese a justificar las medidas, ninguna autoridad local dice nada sobre la situación.
Para Carlos Andrés Michelangeli, diputado a la Asamblea Nacional (AN) por Anzoátegui, la crisis eléctrica que sumerge al país tiene un solo culpable: el Gobierno.
Recuerda que no se completaron las inversiones en la infraestructura de las plantas termoeléctricas, el plan de racionamiento no se tomó a tiempo y no existen políticas de concienciación.
Cualquiera sea la causa, las consecuencias están allí y muchos creen que en una Venezuela que convalece, las nuevas medidas retan aún más la resistencia del pueblo y la capacidad de reorganizarse, la necesidad de reinventarse, adaptarse y ajustar el reloj a los nuevos tiempos por venir.