En la “frontera” entre las dos Venezuelas

En la “frontera” entre las dos Venezuelas

(Foto AFP)
(Foto AFP)

El gobierno bolivariano militarizó ayer el centro de Caracas y fortificó las sedes del Consejo Nacional Electoral (CNE) por todo el país, decidido a mantener el enroque de Nicolás Maduro contra el referéndum revocatorio que reclama la mayoría. Y lo hizo por primera vez en medio del estado de Excepción, que otorga superpoderes al ‘hijo de Chávez’ como antes nunca tuvo su padre político, publica El Mundo de España.

DANIEL LOZANO / ÁLEX VÁSQUEZ/Caracas

La demostración de fuerza y la represión que la acompaña se han convertido en un liturgia revolucionaria ante una oposición decidida a no abandonar la calle. Pero en esta ocasión no pudo impedir ni la entrega de un petitorio a uno de los rectores del CNE ni tampoco las durísimas críticas de sus detractores.

En el documento se exige que se inicie de una vez el proceso de validación de las firmas (menos de dos millones cuando sólo hacen faltan 195.000 para seguir el proceso), que se cumplan los lapsos de la normativa electoral y que, una vez se haga la validación (en cinco días), se continúe inmediatamente con la recolección de las firmas de 20% de los inscritos en el Registro Electoral (3,9 millones de firmas), siguiente paso del proceso y el que activa la consulta. En definitiva, la hoja de ruta opositora contra la ‘operación morrocoy’ (tortuga) impuesta por la revolución.

Los primeros dardos dialécticos de un día “negro” para el primer mandatario procedieron del gobernador Henrique Capriles, quien lidera la cruzada del revocatorio para sacar a Maduro del trono de Miraflores. Más sorpresiva, y contundente, fue la reacción de Luis Almagro, secretario general de la OEA, ex canciller en el gobierno de José Mújica y uno de los referentes de la izquierda latinoamericana: “No soy un agente de la CIA. Y tu mentira, aunque repetida mil veces, nunca será verdad”.

Almagro, ‘bestia negra’

El chavismo ha convertido a Almagro en una de sus bestias negras ante la independencia mostrada desde su llegada a la OEA y su apuesta firme por el revocatorio en 2016, “un imperativo de decencia pública”. Tanto es así que “negar la consulta al pueblo, negarle la posibilidad de decidir, te transforma en un ‘dictadorzuelo’ más, como los tantos que ha tenido el continente“.

El político uruguayo no se mordió la lengua, tras recibir embestidas chavistas desde hace meses, y en el mismo comunicado acusó a Maduro de traicionar a su pueblo: “Nunca podrás devolver la vida a los niños muertos en los hospitales por no tener medicinas, nunca podrás desanudar de tu pueblo tanto sufrimiento, tanta intimidación, tanta miseria, tanto desasosiego y angustia”.

Sin duda un torpedo contra la retórica revolucionaria en la búsqueda de enemigos internos y externos. Pero no fue el único en una jornada pésima para la llamada “batalla de las ideas”, el huracán propagandístico bolivariano. “La gran conspiración que hay es el hambre que tiene el pueblo”, disparó el general Clíver Alcalá Cordones, antiguo comandante de Guyana y uno de los militares más poderosos de la vieja guardia chavista. En una entrevista en televisión, Alcalá aseguró que votaría contra Maduro en un revocatorio”, tras declararse un “chavista convencido, pero descontento”.

Los opositores marcharon al centro de Caracas, convertido en coto privado para el chavismo. La tercera protesta nacional se saldó, pese a todo, con sabor agridulce para la Mesa de Unidad Democrática (MUD): no consiguieron plantarse frente a la sede central del CNE, pero al menos sus líderes entregaron un documento al rector electoral Luis Emilio Rendón, el único de los cinco que no milita en la causa revolucionaria. Rendón se desplazó en moto desde el edificio cercano a Plaza Venezuela hasta la “frontera” creada por los militares, una de esas imágenes ‘made in Revolución Bolivariana’.

“Hoy por supuesto que fuimos e iremos todas las veces que queramos. Ellos no son los dueños de Caracas y el pueblo de Caracas también quiere revocatorio”, resumió el gobernador Henrique Capriles tras la marcha. La MUD exige que el ente electoral informe de una vez cuáles serán los puntos en los que deben colocar sus huellas dactilares, para comprobar que sí firmaron para que se active la consulta.

Francotiradores

El chavismo repitió su despliegue, operando como aliados sus seguidores y los cuerpos de seguridad. EL MUNDO comprobó cómo simpatizantes radicales se pertrecharon desde muy temprano en la zona y, escondidos bajo un puente, aguardaron a los famosos colectivos motorizados. En el techo del Poder Electoral se apostaron francotiradores, como denunció el propio Capriles.

Todos los alrededores de Plaza Venezuela, el objetivo inicial, estaban cercados, lo que obligó a los opositores a reunirse un par de manzanas más al este, en la torre La Previsora. “¿Por qué ellos sí pueden estar aquí y nosotros no? Las calles no son de ellos, ¡ya basta!”, gritó una mujer a un policía que le exigía a un pequeño grupo de opositores que se retirara.

 

El Gobierno ordenó cerrar 19 estaciones del Metro de Caracas para que nadie pudiera llegar a la zona. Un río de gente debió atravesar la capital a pie, por el empeño del alcalde de Libertador y “enviado especial” de Maduro al CNE, Jorge Rodríguez, de que la marcha no se realizara en su feudo. “¡Qué estupidez!, dejen a esa gente caminar. No tenemos leche para los niños, no tenemos pan y ahora ni tenemos Metro”, se quejó otra mujer, obligada a desplazarse a pie hasta el centro de la ciudad y que nada tenía que ver con la protesta.

“Maduro está cagado, porque está revocado”, gritó un nutrido grupo de opositores mientras se acercaban a un cordón de le policía que, de nuevo, les trancó el paso en otro punto de la ciudad.

Con bombas lacrimógenas se evitó que la movilización siguiera hacia el centro de la ciudad. Tiras y aflojas que se repitieron en todo el país. En Barquisimeto y Valencia las fuerzas del orden reprimieron con perdigones y también con “gas del bueno”, como calificó en su día el “comandante eterno” a los gases lacrimógenos que sus fuerzas disparaban contra los estudiantes. En Mérida, varios pistoleros amedrentaron a un grupo de estudiantes con sus armas de fuego.

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