En 1984 los pobladores debieron abandonar Potosí, esa comunidad rural de Pregonero sobre la cual proyectaron la represa más grande del Táchira, la Uribante-Caparo. Su volumen hídrico acaba de llegar al que tal vez sea el nivel más bajo de su historia. Treinta y dos años después, es posible revivir el pasado: descubrir tumbas y lápidas en lo que alguna vez fue el cementerio, mirar los calabozos de la prefectura, fotografiar las bases de las casas, avistar una base de un puente que en las anteriores sequías (como la del 2010) no había quedado al descubierto, publica La Nación.
Treinta y dos años después de aquel desalojo, por entre las ruinas de Potosí vuelven a deambular turistas y curiosos, fascinados por un pasado enigmático. Allí, en el corazón de Pregonero, la sequía tiene dimensiones. La represa artificial Uribante debería estar llena pero, como consecuencia de los estragos climáticos del fenómeno del Niño, el agua llegó a uno de sus niveles históricamente más bajos, insuficientes para la demanda de la Central Hidroeléctrica Leonardo Ruiz Pineda.
Jorge Castellanos, reportero gráfico de Diario La Nación, recorrió con su cámara esos espacios de verde pasto y captó con maestría vestigios al desnudo como el pedestal de la plaza, las tumbas del cementerio o el armazón de los calabozos. Al ser el embalse una de las cuatro fuentes de generación eléctrica del Táchira, adentrarse en sus gráficas es profundizar el entendimiento sobre por qué se va la luz a diario.
Fotos: Jorge Castellanos