El Airbus A320 de EgyptAir transmitió mensajes automáticos señalando humo a bordo antes de caer el jueves al Mediterráneo, según confirmaron este sábado los investigadores de la aviación civil francesa, mientras prosigue la búsqueda de más restos del avión.
Hasta este momento, el gobierno egipcio y la comunidad de expertos parecían privilegiar la tesis del atentado para explicar lo ocurrido con el A320 de EgyptAir, que viajaba de París a El Cairo con 66 personas a bordo, entre ellas 30 egipcios y 15 franceses. El aparato se hundió en las aguas del Mediterráneo la madrugada del jueves tras haber desaparecido de los radares.
Los primeros restos del avión, así como restos humanos, han sido descubiertos a 290 kilómetros al norte de Alejandría por aviones y barcos desplegados por el ejército egipcio.
Los investigadores franceses de la Oficina de Investigaciones y Análisis (BEA) “confirman que hubo mensajes Acars (Aircraft Communication Addressing and Reporting System) emitidos por el avión señalando humo en cabina poco antes de que se interrumpieran las transmisiones de datos”, declaró este sábado un portavoz a la AFP.
“Todavía es demasiado pronto para interpretar y comprender las causas del accidente mientras no hallemos los restos (del aparato) ni las grabaciones. La prioridad de la investigación es hallar los restos y las grabaciones” añadió.
Medios de prensa estadounidenses ya habían informado de la existencia de humo de origen indeterminado en la parte delantera del avión, poco antes de que cayera al mar.
Los mensajes Acars son datos generados y transmitidos automáticamente por el aparato durante el vuelo.
Según los medios estadounidenses este sistema emitió alertas durante dos minutos, una de ellas señalando humo de origen no determinado en la parte delantera de la cabina, y otra un fallo del sistema electrónico del control del avión, antes de que éste iniciara su caída.
Según Philip Baum, un especialista de aeronáutica citado por la BBC, “los instrumentos del avión se apagaron”.
“Todo ello empieza a demostrar que no se trata probablemente de un secuestro, que no hubo seguramente pelea en el cockpit, que se trató posiblemente de un incendio a bordo. Pero no sabemos si fue de origen técnico, un cortocircuito o una bomba que explotó”, añadió.
Interrogado sobre las alertas, el presidente de EgypAir, Safwat Moslem, rehusó confirmarlas o refutarlas y se limitó a contestar: “Las familias quieren los restos de sus familiares, eso es lo que nos preocupa ante todo”.
– Sin reivindicación –
A falta de reivindicación de un eventual atentado, más de dos días después de la tragedia, solamente un análisis de los restos del avión, de los cuerpos y, sobre todo, de las cajas negras del avión permitirán determinar las razones de lo ocurrido.
Francia envió un patrullero de alta mar dotado de material para buscar las cajas negras, y que debe llegar el domingo o el lunes a la zona. Las balizas de estas grabaciones sólo pueden emitir de “cuatro a cinco semanas” antes de que sus baterías se agoten, recordó la embajada de Francia en El Cairo.
Hace seis meses, la rama egipcia del grupo yihadista Estado Islámico (EI) hizo explotar una bomba a bordo de un avión de turistas rusos encima del Sinaí egipcio, matando a sus 224 ocupantes.
En este contexto, Egipto y los expertos habían adelantado desde este jueves la tesis del atentado para explicar la caída del Airbus, apoyándose en el hecho de que la tripulación no emitió ningún mensaje de alerta antes de la caída del aparato.
La bomba que explotó a bordo del charter ruso el 31 de octubre de 2015 desintegró instantáneamente el avión, causando lo que los expertos califican de “despresurización explosiva” debido a la gran altura a la que se hallaba volando en ese momento, unos 11 km, y sin dejar la más remota posibilidad al piloto de enviar una señal de alerta.
El A320 de EgyptAir volaba a una altura de 37.000 pies (11.200 metros) cuando súbitamente “hizo un giro de 90 grados a la izquierda, luego de 360 a la derecha, y cayó de 37.000 a 15.000 pies”, antes de desaparecer de los radares, según fuentes griegas.
AFP