Una imagen, la de los pies descalzos de Julia Roberts sobre la alfombra roja de Cannes, será sin duda la más recordada de la 69 edición del festival, que cerró hoy 12 días de cine con una aplaudida Palma de Oro a Ken Loach por “I, Daniel Blake”, la segunda de su carrera.
En su primera visita al festival, la actriz estadounidense acaparó todos los flashes y regaló su sonrisa para presentar, fuera de competición, “Money Monster”, junto a George Clooney.
Pero fue su paseo por la alfombra roja lo más comentado, especialmente cuando se recogió el vestido negro que llevaba para subir las escaleras que dan acceso al Gran Teatro Lumière, para que todos pudieran darse cuenta de que no llevaba zapatos.
Roberts mostraba así su apoyo a las mujeres que el año pasado no pudieron acceder a una de las proyecciones de gala del festival por no llevar zapatos de tacón suficientemente altos.
Y si Roberts destacó sin zapatos, Charlize Theron lo hizo con pantalones, algo poco habitual en la alfombra roja de Cannes.
Esmoquin y espectaculares joyas hicieron brillar a Theron en un desfile por la alfombra roja un tanto tenso, ya que la actriz llegaba a Cannes para presentar “The Last Face”, dirigida por su expareja Sean Penn y en la que comparte protagonismo con Javier Bardem.
Theron posó alejada de Penn, con quien no se intercambió ni una mirada, aunque al final de una proyección en la que la película había tenido una tibia acogida, la actriz se acerco al director y le abrazó.
Dos anécdotas que marcaron un festival lleno de estrellas, aunque la mayoría en películas fuera de competición. Woody Allen, con Kristen Stewart Blake Lively y Jesse Eisenberg, los protagonistas de su “Café Society”, fueron los primeros en llevar glamour a Cannes.
Les siguieron Russel Crowe, Ryan Gosling, Justin Timberlake, Jodie Foster, Marion Cotillard, Steven Spielberg, Shia LaBeouf, Susan Sarandon, Geena Davis, Adam Driver, Viggo Mortensen, Sonia Braga, Elle Fanning, Mel Gibson, Nicolas Cage o el gran Robert de Niro, al que se homenajeó cuarenta años después de que “Taxi Driver” se llevara la Palma de Oro del festival.
Junto a él llego una presencia sorprendente en Cannes, la del exboxeador panameño Roberto ‘Mano de Piedra’ Durán, sobre cuya vida trata el filme “Hands of Stone”, protagonizado por el venezolano Edgar Ramírez como el púgil y De Niro como su entrenador, Ray Arcel.
Una historia latinoamericana en una edición de Cannes en la que la presencia hispana no ha sido muy destacable.
Los chilenos Pablo Larraín y Alejandro Jodorowski participaron en la “Quincena de Realizadores”, pero se fueron de vacío, al igual que los argentinos Andrea Testa y Francisco Márquez, que presentaron su ópera prima en la segunda sección en importancia de Cannes, “Una cierta mirada”.
En la competición oficial, Pedro Almodóvar puso el acento español con su drama “Julieta”, que gustó sin apasionar, y Kleber Mendonça Filho el brasileño con “Aquarius”, que dejó muy buena impresión en Cannes pese a no llevarse ningún premio.
Y cuyo equipo puso el toque político al denunciar, en su desfile por la alfombra roja, lo que consideran “un golpe de Estado encubierto” en Brasil.
Una presencia escasa la del cine hispanoamericano, que este año no contó con el habitual desembarco mexicano, que tuvo como únicos representantes a Diego Luna, como miembro del jurado de “Una cierta mirada”, y a Gael García Bernal, como uno de los protagonistas de “Neruda”, de Larraín.
Y como en este festival cabe casi de todo, también hubo una lección de vida “Según Iggy Pop”, que recomendó calma, vino y amor. El cine ya lo pone Cannes. EFE
Fotos Reuters