En Libertador el ambiente político cambió radicalmente. Se percibe habitualmente. Las franelas rojas ya no saturan, han disminuido ostensiblemente. La vestimenta es ahora policromada.
Entro a calmar la ausencia de cafeína en una arepera del centro, todos los presentes incluyendo al portugués desde el mostrador, participan de una conversación cuyo tema es el obligado de cualquier reunión: la escasez y el alto costo de la vida. Hay coincidencia en señalar como responsable al gobierno de Maduro. Eso no sucedía en esta zona hace algún tiempo. No se criticaba tan abiertamente al gobierno. El temor se desvanece.
Ese mismo día participé de una escena parecida, en la camioneta en que me dirigía su destino final era La Vega. La cola no se mueve, la Guardia Nacional ha cerrado las adyacencias del CNE, los comentarios no se hacen esperar, la mayoría de los pasajeros protestan a viva voz, algunos se pronuncian por el revocatorio. Solo el chofer hace tímidos comentarios en voz baja, su malestar solo lo escuchamos quienes venimos en los primeros asientos.
La semana pasada hubo un sonoro cacerolazo. El estruendo se sintió desde Catia a San Agustín, en Antimano y El Valle. En todas las zonas populares del municipio. En la mayoría de las parroquias. Esta vez fue más fuerte acá que en el este caraqueño.
Es sintomático de la conformación de una nueva mayoría. La que ya se expresó electoralmente. La del país que reclama el cambio político. La última encuesta Hercom revela que solo el doce por ciento estaría de acuerdo con la permanencia de Maduro hasta el 2019. Un cinco por ciento no responde y el ochenta y dos por ciento se pronuncia por su salida este mismo año.
La anécdota que más me impactó sucedió días atrás, voy a solicitar los servicios para coser unos tacos de béisbol del zapatero remendón de origen árabe que tiene el kiosco en una esquina, muy próximo a un puesto de la Guardia Nacional; entablamos una conversación, recuerda los tiempos de mi ejercicio de diputado,no así mi apellido, lo solicita para colocarlos en los zapatos, comienza quejándose porque había pagados tres mil bolívares por seis jabones de baño a un bachaquero de la plaza Catia. En medio de la reseña de las calamidades que vivimos; reflexiona y afirma:
” He pensado en irme a mí país, no lo hago porque tengo un hijo en la UCV y otro en bachillerato, de no ser así ya hubiera partido”.
Le interrogó: ¿ eres del Líbano?
Responde : no, soy de Siria.
Le comento sorprendido : i pero en tu país hay un gravísimo conflicto bélico!
Riposta : “el pueblo donde nací no es el más afectado por la guerra…además allá se consigue de todo”… Me asombró el comentario, solo quedó la despedida y quedamos en continuar hablando en un par de días cuando vuelva por los tacos.
Entre tanto el Vicepresidente para él área económica declara: ” A Venezuela le daban los peores augurios en materia económica, sin embargo se espera que en este segundo semestre del año baje la inflación. Teníamos unas expectativas de 900% de inflación, pero la expectativa para el segundo semestre va a mejorar”.
Así estamos Perez Abad – en Monagas participó de los ejercicios militares – considera un logro el que las cifras oficiales no lleguen casi al mil por ciento de inflación – cuando la inmensa mayoría de los países en todo el planeta no alcanzan los dos dígitos- menciona que las empresas de maletín “desaparecieron de Venezuela”. Aseguró que se hizo una “liposucción del sistema de divisas”…
i Claro! los que recibieron dólares preferenciales y estafaron a la nación, tienen sus capitales fuera del país y no requieren ahora de las empresas de maletin.
Es manifiesta la irresponsabilidad de quienes gobiernan, se impone virar el rumbo. Ello será posible porque se ha conformado y consolidado una nueva mayoría social y política; conquista fundamental para alcanzar el cambio.