Tal como podemos percibirla, la crisis humanitaria en Venezuela tiene su expresión principal en el bloqueo internamente impuesto por el régimen chavomadurista desde su instauración hace más de 17 años, peor que el atribuido a Estados Unidos en relación con Cuba. Pero Cuba, aunque los gringos no le hayan parado, ha tenido defensores a nivel mundial, como lo evidencian los constantes pronunciamientos de la ONU a favor del levantamiento de las sanciones contra la isla; pero en el caso de Venezuela, la solidaridad internacional no ha sido institucionalmente lograda. Estamos solos en nuestro drama, literalmente hablando.
El bloqueo a la economía doméstica del país, comenzó desde el primer momento que Chávez estrenó su lapidaria palabra “exprópiese”, que aplicada desde entonces por el régimen a las industrias productivas de bienes y servicios, con especial énfasis en el sector de los alimentos, decretó la auténtica “guerra económica” contra todos los venezolanos. Los pasos siguientes, relacionados con la restricción y negación de divisas para la adquisición de materias primas al exterior, alcanzaron al de los medicamentos.
Así llegamos a lo que hoy constituye como la innegable crisis humanitaria que padecemos, porque más allá de impedirnos acceder a los mercados de bienes como los automotores y servicios como el de la transportación terrestre, marítima y aérea, bloqueó a los venezolanos las posibilidades de acceso a las medicinas y los alimentos, por lo que hoy su escasez y carencia está repitiendo los masivos decesos de venezolanos en los hospitales como ha sido el triste caso del niño Oliver. Y aunque pudiera resultar sensacionalista para quienes pudieran negarlo, bastaría revisar los distintos casos que se denuncian a través de los medios de comunicación tradicionales y modernos, especialmente de las redes sociales, sobre cuyo tema las autoridades de salud del país sospechosa y de manera cómplice con su Presidente no emiten información y mucho menos cifras.
También se puede, como expresión de la crisis humanitaria que sufren los venezolanos, hacer referencia al estado de indefensión en la que se encuentra hoy día sometida la ciudadanía, por causa de un poder judicial cómplice y comprado, que envía a la cárcel a quienes piensan y actúan distinto al régimen, mientras los delincuentes y violentos hacen de las suyas ; a las trabas que impone a través de su poder electoral para impedir el ejercicio de derechos consagrados en la Constitución nacional, como el del revocatorio presidencial; el amedrentamiento a la población, ejercido mediante el uso de las armas de la República por las fuerza armada que se supone destinadas a la defensa de la nación ante posibles agresiones foráneas; y muchas más que evidencian, entre otras, el terror de una población desprotegida frente al desmedido crecimiento del hampa que cada día nos sorprende con las más espantosas modalidades de asesinatos.
Internamente contamos, afortunadamente con líderes y organizaciones políticas que han comprendido la magnitud de la problemática, y de manera tal vez inédita en la historia reciente de Venezuela, mantienen su posición de denuncia y rechazo al deplorable y verdadero estado de conmoción propiciado por el propio régimen. Sin embargo, esto no es suficiente, los venezolanos requerimos de una participación más efectiva de parte de los organismos internacionales que tienen que ver con la búsqueda de soluciones a situaciones como las que hoy sufre el pueblo venezolano. No podemos conformarnos con peticiones tímidas y en algunos casos hipócritas de líderes y naciones que nos aconsejan “dialogar con el gobierno”, porque está harto comprobado que no existen en el Ejecutivo interlocutores válidos para emprender lo que sería un verdadero diálogo. Porque, ¿cómo conversar con quienes no tienen el menor sentido del respeto por las personas, y se empeñan en mantener las mismas políticas y decisiones que han quebrado económicamente al país, en claro contraste con el crecimiento de una boliburguesía que exhibe sin ningún rubor su riqueza mal habida?
Por tales razones, nuestro llamado es a la OEA y a la ONU para que, de una vez por todas, eviten pronunciamiento personales y espasmódicos que en nada contribuyen, y activen los mecanismos que permitan la ayuda internacional que nos ofrecen grupos amigos de distintos países que han manifestado su intención de traer al país comida y medicina; y, por otra parte, que pueda ser levantado este inmisericorde bloqueo que asesina a nuestro sufrido pueblo.
@JJMoreno A