Cada día queda más claro que para este gobierno, lo que nos pasa a nosotros los ciudadanos, le importa tres pepinos. Maduro y su régimen insisten en dejar de lado su deber principal que es atender y dar respuesta a nuestras necesidades y a lo único que se dedican es a sostenerse en el poder, a cualquier costo para seguir abultando sus arcas personales, mientras nosotros estamos a la deriva.
Esta semana el país se conmovió con la muerte de Oliver Sánchez, quien lamentablemente con sus escasos ocho años, se convirtió en el rostro visible de miles de enfermos que a diario mueren por no tener acceso a los medicamentos necesarios.
El gobierno mata cada día, a veces negando divisas para los medicamentos, a veces impidiendo un canal humanitario para que llegue la ayuda internacional, a veces dotando de armas a colectivos, instigando al odio, apoyando la impunidad, siendo indiferente ante la delincuencia. A veces asesina reprimiendo estudiantes, a veces robándose los recursos destinados a los alimentos, o cerrando empresas que los producen, a veces envenenándonos con las aguas contaminadas que distribuye a nuestras casas. Cree que los ciudadanos somos desechables, que no nos necesita, que solo somos un fastidio al que no tienen ni porque atender, porque no importamos.
Ya es hora de que el gobierno deje de matarnos y cese en su afán destructor. Llegó la hora de que los ciudadanos, todos, digamos basta. Que reconozcamos que esto es cuestión de vida o muerte, que el gobierno tácitamente nos ha declarado la guerra a pesar de que nosotros, los ciudadanos, solo queremos buscar una salida democrática para tener un mejor país y una mejor calidad de vida.
Te pedimos perdón Oliver, a ti y a todos los que han muerto por falta de medicamentos, a las más de 256 mil personas que han fallecido desde 1998 víctimas de la violencia, perdón a quienes a diario mueren lentamente por la desnutrición y a todos quienes diariamente nos vamos envenenando por consumir un agua altamente contaminada. En nombre de todos los venezolanos de buena fe, perdón, pero sobre todo en nombre de quienes desde nuestros espacios públicos tenemos la responsabilidad de hacer de este un país más desarrollado, más humano y más digno, nuestro trabajo ha sido insuficiente, debemos esforzarnos más, trabajar más duro, gritar más alto, convencer más ciudadanos, obligar a las autoridades a cumplir con sus deberes, tenemos que detener el asesinato….
Yo, por mi parte, me comprometo a luchar con más fuerza, para que nunca más volvamos a vivir con tanto sufrimiento
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