Con las encuestas a favor de Keiko Fujimori, los peruanos deciden este domingo si le dan una nueva oportunidad al clan de inmigrantes japoneses 16 años después del fin abrupto del gobierno de su padre, Alberto Fujimori, actualmente en la cárcel.
“Estoy preparada”, ha dicho la candidata que el domingo podría convertirse en la primera mujer en llegar a la presidencia de Perú.
Una victoria de esta hija de japoneses supone un intento por limpiar el nombre de la familia, asociado por la mitad de los peruanos con la corrupción y la represión que vivió el país durante el gobierno de su padre entre 1990 y 2000.
En este duelo de la derecha, la candidata de Fuerza Popular (FP), de 41 años, lideraba las apuestas frente al otro finalista de la primera vuelta, Pedro Pablo Kuczynski, de Peruanos por el Kambio (PPK), para sustituir a partir del 28 de julio al actual mandatario Ollanta Humala en el palacio de Pizarro, la sede del gobierno.
Unos 23 millones de ciudadanos están convocados a las urnas en Perú, donde es obligatorio votar. La llave que les abrirá la puerta de la presidencia para los próximos 5 años la tienen cerca del 20% de indecisos, según los sondeos.
La “china” y el “gringo” cerraron la larga campaña electoral en sendos mítines el jueves por la noche.
Fujimori puso el broche de oro de una campaña que la ha llevado a recorrer cada rincón de Perú en Villa El Salvador, un emblemático barrio obrero del cinturón industrial de Lima ante miles de seguidores, mientras que Kuczynski eligió Arequipa, la segunda ciudad en importancia del país, a unos mil kilómetros al sur de la capital.
“Con el respaldo de ustedes tendré el honor de convertirme en la primera presidenta del Perú”, dijo la candidata rodeada de su marido, sus dos hijas, su madre Susana Higuchi y su hermano Kenji, el congresista más votado, al concluir un mitin bajo una suave garúa y tres horas de retraso.
Kuczynski, arropado también por la familia y sus candidatos a las vicepresidencias, Martín Vizcarra y Mercedes Aráoz, no escatimó alusiones a la corrupción y las violaciones de los derechos humanos que jalonaron el gobierno de Fujimori padre.
“La mejor seguridad en un país es si hay democracia”, dijo este exministro de Economía y exitoso hombre de negocios, de padre alemán y madre francosuiza, educado en Reino Unido, Suiza y Estados Unidos.
– Resistencias al fujimorismo –
La hija del autócrata que purga una condena de 25 años por corrupción y crímenes de lesa humanidad sigue generando muchas resistencias en cerca de la mitad de la población, pese a que su partido logró mayoría absoluta en el Congreso en los comicios del 10 de abril.
“Hay que quererse poco para votar por Keiko”, dice el periodista César Hildebrandt en el editorial de su revista con el mismo nombre, quien asegura que los peruanos están a punto de “la coprofagia”, tras recordar el saqueo de lo público y la destrucción del Estado durante el prolongado gobierno de su padre.
“Nunca ha trabajado. Ni su marido tampoco. ¿Por qué tiene tanta plata?”, se pregunta el taxista Ronald Ramos, quien votará por Kuczynski, que ha recibido el apoyo de casi todos los principales candidatos que quedaron desbancados en la primera vuelta, entre ellos, la popular líder de izquierda Verónika Mendoza.
Sin renunciar al pasado paterno, Fujimori ha tratado de insuflar una imagen de modernidad e independencia a su campaña y mucha cercanía con el pueblo, aunque algunos de sus estrechos colaboradores están en el ojo de mira de la justicia por lavado de dinero y corrupción.
– La inseguridad –
Sus votantes esperan que al igual que su padre acabó con las guerrillas de izquierda, como el sanguinario Sendero Luminoso, Keiko Fujimori acabe con la inseguridad que campea en las calles del país.
“Para sacar adelante al Perú hay que ser duro”, dice a la AFP Hilda Vera, de 82 años, que “vive agradecida al padre que me salvó del terrorismo y al Perú de la ruina”.
La inseguridad es una de las mayores preocupaciones de los peruanos, por delante incluso de la economía, que pese al crecimiento de los últimos años -en torno al 5%- no ha sabido sacar de la informalidad al 70% de los trabajadores.
Una de las medidas que propone la candidata es construir 5 cárceles a más de 4.000 metros de altura – donde no se recibe la señal telefónica – para confinar en ellas a violadores, secuestradores y otros delincuentes. AFP