El Centro de Atención al Esquizofrénico y Familiares (Catesfam) cerrará sus puertas temporalmente a partir del 15 de junio, hasta hallar una nueva sede para atender a los 190 pacientes que monitorean en el recinto. Luego de 13 años ubicados en la avenida 10 del sector Tierra Negra en el estado Zulia, el personal tendrá que cambiar sus espacios, por culminación del contrato de arrendamiento.
Damelis Salazar, coordinadora institucional de Catesfam, explica que ha sido difícil encontrar una locación apta y a un módico costo para trasladarse. Desde 2014 han solicitado ayuda a Francisco Arias Cárdenas. “El gobernador aprobó un punto de cuenta para la sede y no hemos obtenido respuesta. Él tiene la buena intención, pero quizás su equipo de trabajo no permite que la gestión avance”.
La representante de la fundación advierte que la falta de espacio para atender a los pacientes podría provocarles una recaída. El programa de tratamiento para quienes padecen de trastornos mentales se basa en terapias psicoeducativas para los afectados y sus familiares, actividades recreacionales y monitoreo de la medicación.
Diego Chirinos, psiquiatra del centro de atención, manifiesta su preocupación ante una posible suspensión de la entidad, porque acarrearía una descompensación de los pacientes. Los especialistas carecen de un plan de contingencia para salvaguardar la salud de los usuarios, quienes podrían quedar en la calle.
Las alternativas no son abundantes y la única opción que vislumbran los empleados es solicitar el préstamo de un área en el Hospital Psiquiátrico de Maracaibo para continuar las consultas médicas, pero eliminando la programación recreacional. Los seis pacientes que han sido reinsertados laboralmente dentro de Catesfam temen perder su trabajo y con ello, el único ingreso económico que tienen.
Los más afectados
“En Catesfam me recuperé en un año y medio, después de sufrir durante 30 años de episodios incontrolables por mi trastorno bipolar afectivo familiar”, asevera Yanela Mendinueta, una usuaria y empleada del recinto. Durante cuatro días estuvo en situación de calle y su mejora es satisfactoria. La dama tiene malos recuerdos del Psiquiátrico y admite que no quisiera retornar al hospital “ni de visita”, tiene fe de que habrá un lugar tan cómodo para ellos, como lo es la sede actual del recinto.
En el caso de Rodolfo Rincón, confiesa que su mayor miedo es que no les supervisen el tratamiento del Leponex, “el único fármaco que lo mantiene estable”. Propone que los encuentros se hagan en una vivienda o en espacios abiertos de la ciudad. Para él, es perjudicial el cierre del instituto, porque además no tendrá a un sitio donde pueda compartir socialmente y laborar.