Presumo que la dirigencia chavista antes de ingresar en el campo de la política, no estudió y menos aprendió su ABC, parece que sus estrategias y tácticas las heredó del campo militar y por ello, todo aquel que no comparte su forma de pensar es un enemigo a quien se debe destruir sin miramiento alguno y cuando digo aniquilar no estoy utilizando un eufemismo, las pruebas ya están a la vista. Las manifestaciones opositoras son disueltas en primer término por una guardia pretoriana al servicio del poder más despreciable y cuando esta primera avanzada es insuficiente, aparecen las fuerzas de choque representadas por los llamados “colectivos”, organizaciones creadas a imagen y semejanza de los camisas negras de Mussolini, Los batallones de la dignidad de Noriega o los tontón macoute de Duvalier.
Los jerarcas chavistas podrían ganarse la vida como actores dramáticos, ya que, con su cara muy fresca le dicen a la población que: aman la libertad, debe ser aquella contenida en los tres metros cuadrados de la celda que reservan para sus adversarios; promueven la paz, claro la tranquilidad y quietud que se vive y respira en los camposantos. Son el colmo de la hipocresía, hablan de dialogo mientras sus adláteres agreden con cachiporras y tubos a los opositores, es decir, actúan al mejor estilo delincuencial, cuando estos atracan a los transeúntes, y luego a punta de pistola los obligan a correr por delante y comienzan a gritar: ¡ladrón, ladrón! señalando al inocente que va corriendo para salvar su vida.
En fin, estoy seguro que el que a hierro mata… por eso le digo a mis compatriotas cada vez que un régimen se radicaliza es el comienzo del fin para el y esta no va a ser la excepción porque la historia no se repite pero si rima.
*Coordinador Nacional de “Gente” Generación Independiente
@alvareznv