Desde hace cinco años el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS) estudia de forma independiente cómo, cuándo y por qué protestan los venezolanos.
Su director, Marco Antonio Ponce, acaba de regresar de la reciente Asamblea General de la OEA, en la que explicó los últimos hallazgos de su grupo, que pueden resumirse en uno solo: los venezolanos están al borde de una explosión social por falta de comida y servicios básicos.
En diálogo con EL TIEMPO, Ponce asegura que a pesar de la tensión, el gobierno del presidente Nicolás Maduro todavía está a tiempo de resolver el problema.
¿Cómo puede caracterizarse la conflictividad social de Venezuela en este momento?
Durante los últimos cinco años, en el OVCS hemos documentado más de 30.000 protestas, una cifra bastante alta tomando en cuenta que en este tiempo Venezuela ha tenido un gobierno que asegura que trabaja por los derechos sociales.
Sin embargo, cerca de 80 por ciento de esas protestas han sido justamente exigiendo esos derechos, principalmente de acceso a la educación, al trabajo y a la vivienda.
Actualmente vemos una conflictividad inusitada, con un auge en el 2015 de las protestas por derechos sociales y en el 2016 como verdaderas movilizaciones populares, protestas espontáneas, masivas y con mucha participación social.
En este momento quienes están protestando son los vecinos, los ciudadanos comunes, que no tienen ninguna filiación política u organización que las coordine, y por eso una de las principales características de la protesta es que es espontánea, sin vínculo con partido político ni planteamiento estructurado, aunque son por la misma situación, la escasez de comida.
El Gobierno asegura que son parte de un plan de desestabilización, sobre todo los saqueos…
La política de deslegitimar, criminalizar y judicializar la protesta tiene muchos años en Venezuela.
Apenas sale la gente a protestar, el Gobierno busca puntos discursivos para crear una matriz de opinión de que quienes están protestando están cometiendo un delito, como ahora que asegura que quienes protestan pertenecen a grupos organizados, delictivos y con el objetivo de desestabilizar.
¿Tienen ustedes evidencia de que esto sea así?
Responsablemente, podemos decir que la protesta venezolana es masiva, popular y espontánea. Esa afirmación la hacemos desde la observación diaria que hacemos de las protestas. Recientemente hemos visto una escalada de los saqueos e intentos de saqueo, que son expresiones con las que nos distanciamos; esa no es la forma correcta de exigir los derechos.
¿Por qué se está llegando a esta manifestación tan extrema?
Si bien el saqueo o intento de saqueo no es la manera de exigir –además, la Constitución no la ampara, como sí ampara a la manifestación pacífica–, al interpretarlas observamos que son resultado de las políticas públicas diseñadas por el Gobierno venezolano, son producto del desabastecimiento y la escasez de alimentos y del aumento de la represión de las protestas.
Hemos observado presencia de grupos que se han aprovechado de estas protestas espontáneas para violentar establecimientos y transporte, pero en un porcentaje bajo.
En líneas generales, los saqueos o intentos de saqueo son realizados por los vecinos ante la imposibilidad de acceder a los alimentos, por la desesperación, por la angustia y por el aumento de la represión de la Guardia Nacional, la Policía Nacional Bolivariana, de los “colectivos” paramilitares y, recientemente, de los comités locales de abastecimiento y producción (Clap).
Estas cuatro entidades están conformando un patrón de represión que intenta sembrar miedo en la población cuando sale a manifestarse y termina creando todo lo contrario, hace que la represión se traduzca en más violencia.
¿Manejan alguna hipótesis de por qué el Gobierno insiste en la represión de la protesta si acentúa la conflictividad?
El 2014 fue una gran demostración de que el Gobierno pudo contener las protestas, a través de la represión y criminalización de estas, y ahora quiere aplicar la misma fórmula. Pero con las protestas del 2014 hay diferencias medulares, pues hoy quienes protestan son los vecinos, sin organización ni vínculos, como pudo ser entre los estudiantes en el 2014.
Advertimos que puede escalar la violencia porque, por masiva y espontánea, la protesta vecinal puede llegar a ser más fuerte…
¿Es correcto decir que las protestas se han agudizado porque se ha agudizado la escasez?
Absolutamente. El gran motor de la crisis venezolana es la crisis económica que ha afectado el abastecimiento de productos y alimentos, y esta es la principal causa del aumento de las tensiones en Venezuela.
Por otra parte, encontramos el tema de los servicios básicos, falta de agua potable y electricidad, motivos también de un número importante de protestas.
Esos son los dos primeros de seis puntos claves de la conflictividad en Venezuela. En tercer lugar tenemos la exigencia de derechos laborales; en cuarto lugar, conflictividad relacionada con la seguridad ciudadana; en quinto lugar, vinculada la participación política –en este momento tiene que ver con la exigencia del referéndum revocatorio–, y en el sexto lugar, conflictividad relacionada con el sector educación.
En el caso de las protestas por falta de alimentos, si comparamos mayo del 2015 con mayo de este año, vemos un aumento de 320 por ciento en las acciones de calle. En mayo del año pasado hubo 41 protestas por esa causa, y en mayo de este año contabilizamos 172.
Según nuestros conteos de mayo, hubo dos saqueos por día; y aunque en junio no tenemos aún cifras consolidadas –sacamos nuestros datos a fin de cada mes–, podemos decir que hasta ayer recibimos más de 145 alertas de saqueo o intento de saqueo, mientras que en mayo contabilizamos 88.
¿No han ayudado los Clap a paliar la situación?
Desafortunadamente, no. De hecho, tan solo anunciarlos (el presidente Nicolás Maduro los “creó” el 3 de junio) se disparó la conflictividad social.
Vimos cómo salió la población a rechazar el sistema por discriminatorio y excluyente. Quienes los coordinan son vecinos, sí, pero vinculados con el partido de gobierno, y quienes no son chavistas no pueden acceder a los alimentos que los Clap administran.
¿Tienen un mapeo de las zonas más afectadas por la escasez o donde se está protestando más? La última semana, el oriente de Venezuela ha presentado un cuadro muy intenso de protestas…
Desde abril planteamos que vemos con preocupación que la conflictividad se viene agudizando, tanto en las zonas rurales como en las urbanas.
Pero vemos a regiones como Anzoátegui, Bolívar, Miranda, Distrito Capital, Zulia y Carabobo como las entidades donde hay mayor tensión y conflicto en este momento.
En mayo contabilizamos 19 protestas diarias, lo que permite decir que, en general, tenemos a Venezuela con los ciudadanos en la calle protestando, principalmente, por comida.
Se dice mucho que no ha ocurrido una gran explosión social –como el Caracazo de 1989– porque están ocurriendo estas explosiones a menor escala, pero en muchas partes del país al mismo tiempo. ¿Esa explicación es creíble científicamente o ustedes ven otra causa de que no haya ocurrido aún una protesta masiva?
Aunque el Caracazo suele ser una referencia para los venezolanos, hay que decir que no fue en todo el país. Coincidimos con que diariamente hay muchas explosiones sociales en todo el país, pero sin vinculación entre ellas.
El Gobierno, a través de la represión y también la censura y mensajes de intimidación a los medios de comunicación, también se ha encargado de que esa conectividad no ocurra.
Todas las condiciones están dadas para que en Venezuela se produzca un gran estallido social, pero lo único que falta es la conexión entre todos los puntos, algo que esperamos sinceramente no ocurra.
Lo planteamos con toda sensatez ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos e hicimos un llamado al Estado venezolano para que aplique los correctivos necesarios para que el país no llegue a esa situación.
El Gobierno tiene la posibilidad todavía de restablecer el clima de paz y serenidad en Venezuela, garantizando esencialmente el derecho a la alimentación de los venezolanos.
El dirigente opositor venezolano Henrique Capriles aseguró ayer que el exjefe de gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero, que media por un diálogo en Venezuela, le confesó que no le gusta la figura del referéndum revocatorio porque, según le dijo, no forma parte de una “democracia moderna”.
“Al presidente Rodríguez Zapatero no le gusta el revocatorio, pero este no es un tema de si le gusta o no le gusta, eso es como que yo diga que no me gusta la monarquía”, dijo Capriles al canal privado Globovisión.
Señaló que el argumento que utilizó Zapatero para decir que no le gusta el revocatorio también es válido para la monarquía: “Para mí tampoco es democracia moderna que exista una monarquía, que exista un rey, pero allá (en España) lo tienen”. El también gobernador de Miranda indicó que ningún mediador, “llámese como se llame”, puede venir a Venezuela a decir “que no le gusta la Constitución” al recordar que el revocatorio está establecido en la Carta Magna de ese país.
Rodríguez Zapatero integra, junto con los expresidentes Leonel Fernández (República Dominicana) y Martín Torrijos (Panamá), una comisión internacional para promover un diálogo político en Venezuela convocada por el gobernante venezolano, Nicolás Maduro, con el apoyo de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).