Actualmente se sabe poco sobre cómo nuestra fisiología, nuestros fundamentos neurobiológicos, interaccionan para hacernos más sociables, aunque conocemos que parte de nuestras actitudes hacia los demás son aprendidas en casa, es decir, dependen del modelo de relaciones que se ha visto en la familia o en la comunidad en la que se vive, publica infosalus.com
Más allá de estos factores externos que modelan nuestra personalidad, los investigadores apunta a la hormona de la oxitocina como la posible culpable de nuestra sociabilidad. Desde hace entre cinco y diez años también se estudia la participación de la oxitocina en las relaciones de pareja y en el deseo de interacción con otras personas.
Una nueva investigación, realizada por un equipo de investigadores dirigido por psicólogos de la Universidad de Georgia, en Estados Unidos, ha descubierto que el silenciamiento de un gen específico puede afectar a la conducta social humana, incluyendo la capacidad de una persona para establecer relaciones sanas o para reconocer los estados emocionales de los demás.
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