El papa Francisco viaja el viernes a Armenia, una visita que puede irritar a la vecina Turquía y que se celebra un año después que el pontífice calificara de “genocidio” las matanzas cometidas por el Imperio Otomano contra los armenios a inicios del siglo XX.
Quince años después de la visita de Juan Pablo II en 2001 a Armenia, Francisco regresa a un país de la periferia de Europa donde los católicos son una minoría.
Armenia, donde el papa permanecerá del 24 al 26 de junio, fue el primer país en adoptar el cristianismo como religión de Estado, en el año 301. Actualmente, la mayoría de la población es cristiana ortodoxa y un 10% son musulmanes.
La visita a un país que es a la vez puerta de entrada a Rusia y que comparte frontera al oeste con Turquía, al norte con Georgia, al este con Azerbaiyán y al sur con Irán y la República Autónoma de Najicheván de Azerbaiyán, resulta particularmente delicada.
Se teme que la visita avive la tensión con Turquía, que no apreció que el papa usara en abril del 2015 en la basílica de San Pedro el término “genocidio” para referirse a la matanza de armenios entre 1915-1917.
Eso deterioró las relaciones diplomáticas con Turquía, país que el papa Francisco visitó en noviembre de 2014.
El gobierno de Armenia, país independiente desde 1991, estima que cerca de 1,5 millones de personas fueron exterminadas entre 1915 y 1917, y que se trató de un genocidio, pero Turquía insiste en que no hubo ningún plan de exterminio de la población armenia y que se trató de un conflicto civil.
Siempre dispuesto a cumplir gestos de acercamiento con poblaciones e iglesias orientales, Francisco participará a una ceremonia en la catedral apostólica armenia acompañado por el patriarca de esa iglesia, Karekin II, máxima autoridad religiosa.
Francisco permanecerá cerca de 52 horas en el país, donde visitará la capital Ereván, así como Gyumri, Echmiadzin y Khor Virap, y asistirá a 16 eventos y dará 5 discursos.
El sábado se reunirá con la pequeña comunidad católica armenia de Gyumri, ciudad afectada por un terremoto en 1988.
Acompañado por Karekin II, el papa visitará el memorial de Tzitzernakaberd, cerca de la capital, donde algunos observadores esperan que evite pronunciar otra vez la palabra “genocidio” que genera tensiones con Turquía.
En el memorial se reunirá con una decena de descendientes de las víctimas de las matanzas y deportaciones masivas de armenios de inicios del siglo XX, entre ellos familiares de los 400 niños armenios que en 1915 fueron salvados y hospedados en la residencia pontificia de Castel Gandolfo, cerca de Roma, por el entonces papa Benedicto XV.
– Palomas para la paz –
Como Juan Pablo II, Francisco lanzará un llamado por la paz ante decenas de miles de fieles. Al final del viaje, el papa visitará el santuario de Khor Virap, cerca de la frontera con Turquía, de donde soltará dos palomas hacia el monte Ararat, el pico que era armenio hasta 1915 y ahora se encuentra en Turquía.
“Francisco concibió su visita a Armenia como un viaje al Cáucaso ‘en dos partes’, ya que a fines de septiembre irá a Georgia y Azerbaiyán”, explicó el portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi.
El tema del martirio, de la persecución de las minorías cristianas que huyen en Oriente Medio de sus tierras, inspira todo el viaje.
La ciudad de Ereván aloja desde hace varios meses a familias armenias sirias que huyen de Alepo y de otras ciudades afectadas por los combates.
“El papa ha sido claro y ha llamado a las cosas con su nombre”, explicó a un grupo de periodistas el rector del colegio pontificio armenio de Roma, el padre Lwis Naamo.
Se trata del 14º viaje al extranjero en poco más de tres años del papa argentino, particularmente sensible al tema armenio, ya que en Argentina reside la tercera mayor comunidad de armenios en el extranjero, entre 70.000 y 135.000 personas. AFP