Las fuerzas iraquíes liberaron el domingo completamente la ciudad de Faluya y proclamaban su intención de reconquistar Mosul, último bastión de los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI) en el país.
AFP
El primer ministro, Haider al Abadi, se apresonó en la emblemática ciudad, desde donde hizo un llamamiento a los iraquíes “celebrar” la victoria contra el EI.
“Pronto izaremos la bandera iraquí en Mosul”, la segunda ciudad del país, preclamó.
La liberación de Faluya se proclamó tras la conquista del barrio Al Jolan, donde se habían atrincherado los yihadistas.
“Bastaron dos horas a las CTS [unidades antiterroristas] para apoderarse de ese barrio y Dáesh [acrónimo en árabe del grupo Estado Islámico] no ha disparado ni una bala”, lo que demuestra que estaba “derrotado incluso antes de la entrada de las tropas”, afirmó Sabah al Noman, portavoz de esa fuerza.
Faluya, a unos 50 km al oeste de Bagdad, fue la primera gran ciudad de Irak en caer en manos del EI, en enero de 2014. El grupo extremista se apoderó desde entonces de extensas zonas del territorio iraquí, sobre todo al norte y al oeste de la capital.
Pero en el último año perdió dos tercios de esas conquistas ante el avance de las fuerzas iraquíes, respaldadas por los bombardeos aéreos de la coalición internacional liderada por Estados Unidos.
Después de recuperar Ramadi, capital de la provincia de Anbar, Bagdad lanzó la ofensiva contra Faluya el 23 de mayo. Dirigidas por las fuerzas de la CTS, las tropas entraron en la ciudad una semana después. Los yihadistas sin embargo opusieron una encarnizada resistencia en el centro.
– Crisis humanitaria –
Un portavoz de la comandancia conjunta de coordinación de las operaciones contra el EI en Irak admitió sin embargo que “todavía existen focos de resistencia del EI al noroeste de Faluya”.
La batalla de Faluya provocó un éxido de 85.000 personas, según la ONU.
Los desplazados se hacinan en campamentos improvisados, sin comida ni agua. Los civiles “huyeron de una pesadilla para descubrir otra”, lamentó la semana pasada el director para Irak del Consejo Noruego para los Refugiados (NRC), que gestiona los campos.
A estas condiciones difíciles, se añade la preocupación por el destino de cientos de hombres que huyeron de la ciudad, de mayoría musulmana sunita.
Un responsable militar señaló el sábado que las fuerzas iraquíes habían controlado a 20.000 personas para desenmascarar a posibles yihadistas que hubieran intentado esconderse entre los desplazados.
Testimonios de civiles incriminaron a las fuerzas paramilitares del Hashd al Shaabi, dominadas por milicias chiitas, que tuvieron un papel importante en la ofensiva de Faluya.
A principios de junio, la organización Human Rights Watch (HRW) pidió al gobierno iraquí investigar esas denuncias. Abadi prometió que lo haría.
Se desconoce el número de civiles muertos durante la batalla. El número de combatientes fue seguramente elevado, teniendo en cuenta la multiplicación de entierros en el mayor cementerio del país, en Najaf.
Los explosivos colocados por el EI en las calles de Faluya complicarán el regreso de los civiles a sus hogares.
Los aviones de la coalición internacional respaldaron la ofensiva terrestre, pero de manera menos intensiva que en el asalto contra Ramadi, hace seis meses.
Estados Unidos se concentra sobre todo en la batalla de Mosul, convertida en “capital” iraquí del autoproclamado “califato” del EI, que incluye igualmente amplias porciones de Siria.
Abadi había prometido “liberar próximamente” Mosul y “vencer al EI en Irak antes del fin de 2016”. Las fuerzas iraquíes progresan hacia la ciudad desde el sur al tiempo que las tropas kurdas combaten al EI en el este.