La ausencia de compromisos del gobierno con el pueblo venezolano, ha abierto una brecha insalvable entre el pueblo y el régimen, no existe una propuesta seria para salir de la profunda crisis que atraviesa el país; lo único seguro para todos los venezolanos es que cada día se incrementan de manera alarmante las cifras de inflación, desabastecimiento, desempleo, marginalización y pobreza.
Ante esta realidad, de pérdida de legitimidad y respaldo por parte de la gran mayoría de los habitantes del país, algunos miembros del partido de gobierno públicamente (y a decir de muchos, gobernadores y alcaldes oficialistas privadamente también) empiezan a hablar de la inevitable renuncia de Maduro. Ya todos reconocen que es impensable que Maduro, termine su mandato
La crisis humanitaria en salud, el desespero porque el dinero no alcanza para cubrir las necesidades básicas, las colas cada vez más largas, la inseguridad, la crisis energética, la merma en los programas sociales del gobierno que llegan a una minoría muy limitada de militantes oficialistas, los desagradables y bochornosos escándalos internacionales por narcotráfico, lavado de dinero y corrupción, que siguen empañando la imagen del régimen y sus representantes fuera de nuestras fronteras, son abono para una situación que amenaza con desbordarse y sumirnos en una situación de violencia que nadie quiere y que el gobierno es el primer responsable en evitar
Maduro juega con fuego, desde el 6 de Diciembre del 2015, la gran mayoría de los habitantes del país expresamos claramente, nuestra determinación de cambio, pacífico y constitucional, pero frente a ese mandato el gobierno arreció su carácter arbitrario, irresponsable y abusador, demostrado un absoluto desprecio por la voluntad popular, en flagrante y constante violación a la constitución nacional, agudizando la debacle y cerrando cualquier salida política que permita resolver el sufrimiento del pueblo venezolano, poniéndonos al borde de un anunciado estallido social
Si Maduro reflexionara tan solo un momento, reconocería que el gobierno se ha desgastado de una manera insalvable en los últimos meses y que no hay proceso electoral alguno del cual pueda salir victorioso. Si Maduro amara a Venezuela, no nos haría perder más tiempo, no nos expondría a mayores calamidades y saldría en cadena nacional anunciando de manera inequívoca e irrevocable su decisión de renunciar al cargo de Presidente de la República, porque le quedó demasiado grande.
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