Nicolás Maduro y su corte de seguidores trata de impedir la convocatoria al referendo revocatorio utilizando los procedimientos más extravagantes y antidemocráticos que han conseguido en el catálogo de las arbitrariedades. Cada obstáculo que levanta el CNE o el TSJ es más grotesco que el anterior. Jorge Rodríguez, el siniestro personaje al que se le encomendó abortar la consulta, actúa con desparpajo e insolencia. Su cinismo es gansteril. Jorge Luis Borges le daría un lugar privilegiado en Historia universal de la infamia.
Por @trinomarquezc
A pesar de los abusos, amenazas y extorsiones, la gente, conducida con firmeza y claridad por la MUD, se ha mantenido compacta en su deseo de salir del Presidente de la República a través del voto. Los ciudadanos quieren opinar, votando. Lo hicieron el 6 de diciembre pasado, cuando, con más de 70% de participación, le dieron amplia mayoría a la oposición, una de cuyas promesas electorales fundamentales consistía en impulsar la revocación del mandato de Maduro. Luego, firmaron en solo tres días más de dos millones de personas para otorgarle a la MUD la representación política de la solicitud, cuando apenas eran necesarias 196.000 rúbricas y se disponía de un mes para cubrir este trámite.
Más tarde, salvando todas las rocambolescas trabas impuestas por el cuarteto oficialista del CNE, esa misma gente logró reafirmar su voluntad. Más de 430.000 ciudadanos desafiaron los atropellos de las damas del ente comicial. La nueva maniobra consiste en designar al magistrado exprés Luis Damiani, integrante de la Sala Constitucional, redactor de la ponencia para evaluar si las firmas recogidas son válidas. Esta evaluación es innecesaria. Las firmas fueron recogidas en los pocos centros habilitados por el CNE con el personal, las captahuellas y la base de datos del organismo. La aprobación de las firmas, por lo tanto, tendría que haber sido automática, consecuencia directa de haberse presentado el elector a reafirmar su voluntad revocatoria en un acto organizado por la cúpula del Poder Electoral. Esta operación escamoteo también se estrellará contra la tenacidad del pueblo y la fortaleza de la MUD.
El binomio electores y dirigencia, se combina con la presión interna desatada por grupos disidentes del chavismo -Marea Socialista, algunos combatientes del 4-F, Clíver Alcalá Cordones, entre otros- y por factores internacionales agrupados en torno de la OEA y otros organismos multilaterales. Hasta los amigos de la Unasur y los acompañantes seleccionados por el mandatario venezolano, le aconsejan que se someta al referendo revocatorio en 2016, para evitar que la crisis global se desborde.
Maduro se encuentra en una situación en la cual sus únicos aliados son los miembros de su entorno civil más inmediato, el TSJ, el CNE y el reducido sector de la cúpula militar que se ha enriquecido de forma obscena por su cercanía al poder. En el exterior, su apoyo clave continúa siendo la dictadura cubana. Se trata de una cúpula podrida, según los términos puestos de moda por el comandante Chávez, opuesta, por razones vinculadas a sus propios intereses, a que el país resuelva sus enormes conflictos de acuerdo con el procedimiento establecido en el artículo 72 de la Constitución.
¿Podrá esa cúpula desprestigiada, desenmascarada e impopular, frenar el sentimiento popular y contener la gigantesca presión nacional e internacional desatada sobre Maduro para que acepte el revocatorio en 2016? Hasta ahora todos los obstáculos que esa claque ha colocado en el camino han sido removidos. Maduro y sus aliados no han podido maniatar el sentimiento de cambio. Todavía les queda el recurso de incrementar los desafueros y elevar la represión. El encarcelamiento de los dirigentes de Voluntad Popular, Francisco Márquez y Gabriel San Miguel, indica que la dictadura no está dispuesta a rendirse sin apresar a unos cuantos líderes, mejor si son jóvenes, víctimas favoritas de las tiranías.
Esta opción punitiva encierra un costo muy alto. Mayor desprestigio y aislamiento internacional, más probabilidades de que se aplique la Carta Democrática Interamericana, más posibilidades un estallido social y mayor deterioro del chavismo. Maduro será el único responsable de ese precio.