Jesús Peñalver: Entre banderas y coletos

Jesús Peñalver: Entre banderas y coletos

thumbnailcolaboradores-190x1301“El psuv es un nido de alacranes”. / Alberto Müller Rojas

Reitero, ni malo ni pésimo, el de Chávez ha sido el peor gobierno de toda nuestra historia republicana, y la usurpación le pisa las patas. Así que pretender comparar al hoy aposentado en Miraflores con aquél, para de algún modo exculpar al golpista, es una barrabasada, un despropósito.

En esa versión idílica de los hechos, continuarán inventando golpes, invasiones y magnicidios, los mismos que pontificaban sobre la salud del enfermo terminal más sano del mundo.





Son los mismos que en su delirante desesperación, crean una guerra económica que solo existe en sus mentes de ideas explosivas y planes diabólicos, y la pierden. Los que niegan las colas para comprar alimentos y medicinas, el dolor y la mengua de tantos venezolanos en los hospitales, la acción del hampa armada y desalmada. Porque la verdad sea dicha, aquí escasea hasta la muerte natural.

Pues bien, ni héroe ni mártir, es un títere dejado allí por el muerto golpista, con la anuencia de esa siniestra dupla cubana, de modo que ningún relato edulcorado ni estridencias cloacales podrán desviarnos del camino democrático, pacífico, electoral y principalmente, constitucional.

Claro, esto nos hace parecer iluso, soñador y quijotesco, siendo que existe un particular bufete en Dos Pilitas pagado por el Estado, que a troche y moche, a toda hora y a placer, dicta solo fallos complacientes que buscan atornillar aún más a esa pesadilla diecisieteañera en preaviso.

Sentencias desvergonzadas, que no hacen otra cosa que ratificar el desastre en que se ha convertido el sistema judicial venezolano al servicio de la desgracia chavista, al tiempo que precipita la salida constitucional del mal gobierno que en mala hora regenta Maduro y su séquito.

Digamos que nos hemos merecido esto; pero ¿hasta cuándo? No hay penas perpetuas en Venezuela, ¿o sí? Hasta en Macondo escampó, luego de cuatro años, once meses y dos días. ¿Por qué no habría de escampar aquí?

No es necesario ser un erudito, ni un avezado académico, tampoco un Kelsen o Justiniano, para entender que esto es un desastre que debe acabarse conforme con la voluntad de los venezolanos y apego a las leyes. Se trata de ponerle fin cívico, civil y civilista a la loca persistencia esa que pretende borrar la civilidad para imponer el militarismo.

Imposible imponer la imagen de un caudillo sobre la idea de democracia y de régimen de libertades públicas, mientras en el mundo entero la civilidad toma las sociedades y le confiere poderes al hombre sin uniforme.

Venezuela ahora se parece una fortaleza militar que cada día gasta más en armarse con inmensas sumas de dinero -dignas de mejor destino- en aviones, fusiles, milicias, misiles, tanques y submarinos, entre otras capacidades bélicas, mientras los civiles tristemente sacrifican su derecho a dirigir los destinos del país para entregárselos a quienes han fracasado en todo el mundo al frente del poder.

¡Los militares siempre han fracasado en el gobierno! ¡No existe una excepción! Una verdadera lástima que la mediocridad partidista tan criticada, haya llegado a lo más profundo del barranco con una clase política mucho peor que adecos, copeyanos y masistas de otros tiempos. Más serviles y menos independientes, más lacayos y lambucios, además de tristes servidores del militarismo más arbitrario y abusivo que se haya vivido en Venezuela.

Estamos en una clara y alarmante constatación de que vivimos en un desolado infierno bolivariano, donde la barbarie enarbola banderas indecorosamente arbitrarias y represivas, pretendiendo convertirnos en coletos. Evitemos que la sufrida Venezuela caiga víctima de la desmoralización, lo que es un riesgo que hay que conjurar en lo inmediato.

 

Jesús Peñalver

@jpenalver