Este es el último gobierno del chavismo, por lo menos durante un largo rato. La situación es insostenible porque el Modelo Marxista de Gestión fracasó. Siempre ha fracasado, en el mundo entero. Este es un episodio más.
La caída del ingreso petrolero solo es una excusa del gobierno. Para junio 2014 el petróleo estaba a más de 100; ya la inflación estaba desatada y los problemas de escasez de productos tenían más de un año. El derrumbe de los precios solo catalizó una enfermedad terminal.
En cualquier forma, y aún cuando la caída del petróleo hubiese sido la causa, que no lo es, insisto, igual evidencia el fracaso de un proyecto que en casi dos décadas en el poder fue incapaz de diversificar la economía para liberarla de los vaivenes propios de las materias primas; o por lo menos de ahorrar para el inevitable periodo de las vacas flacas.
Esto lo sabe el presidente Maduro y su cúpula gobernante. Lo de la guerra económica es parte del circo cuando se acaba el pan. Ellos saben que el fracaso del de su modelo los condenó hace tiempo a salir inevitablemente del poder. Lo que tratan es de incidir en el cómo y en el cuándo.
En su fantasía ideal aspiran culminar su período y salir en las presidenciales del 18: como si en el país no pasará nada, como si ellos pudieran resolver lo que pasa. Apuestan a una recuperación del petróleo que les permita reactivar, deliran, la piñata populista y clientelar que destruyó Venezuela para no salir tan mal en las presidenciales de final de periodo y tratar de preservar algo de su capital político. Eso no pasará.
Es tal la devastación nacional que hasta el chavismo sabe que su única esperanza de sobrevivir es deslastrarse del presidente y de la cúpula que lo envuelve. El imperativo de cambio se ha transformado en clamor, en sentimiento nacional. Eso también lo sabe el gobierno. Por eso hará lo imposible para que no haya Revocatorio. No tiene forma de ganarlo.
Frente a eso las fuerzas del cambio tienen un enorme desafío: lograr que se materialice ese referendo a pesar del control que tiene el gobierno sobre el aparato del Estado. No para simplemente reemplazar al gobierno, sino para iniciar el rescate de Venezuela; sustituyendo ordenadamente el Modelo Marxista de Gestión por un Modelo Democrático de Gestión viable, abierto e incluyente, para que el clamor de cambio derive en progreso y calidad de vida.
El Referendo Revocatorio en el 2016 (RR16) sólo se logrará si la masa crítica de los factores proclives al mismo supera amplia y activamente la resistencia de los factores inerciales y antagónicos.
Para ello hay que considerar que a pesar de la creciente y poderosa alineación opositora alrededor del RR, inicialmente promovido por Capriles y Primero Justicia, todavía hay factores que se inclinan por estrategias diferentes. Ese esfuerzo de alineación y consolidación hay que continuarlo.
Al igual que hay que trabajar pedagógicamente para que la actual desesperación social de la familia venezolana, cristalice en fragor y activismo por el RR16 como primer paso para el rescate nacional
También hay que considerar como factores coadyuvantes al cambio:
Que no todo el chavismo está en contra del RR16. Saben que el madurismo puede ser el sepulturero del chavismo y, especulan, que un gobierno opositor de dos años, hasta el 2018, puede significar su retorno al poder a la vuelta de la esquina por las descomunales dificultades que ese gobierno de transición tendrá que encarar. Esa percepción, que agrieta al bloque en el poder, hay que profundizarla.
Que la FANB estará con quienes generen la mejor salida a la crisis con el menor costo para ellas. La FANB no actuará para sostener al gobierno por encima de sus obligaciones en materia de derechos Humanos. Ellos saben que hay una crisis, saben que hay caminos constitucionales para que los civiles la resuelvan; no se expondrán a acusaciones de crímenes contra los Derechos humanos, imprescriptibles nacional e internacionalmente, para respaldar fujimorazos ni patadas a la lámpara.
Que la calle tiene valor como amenaza creíble solo en tanto sea percibida como capaz de afectar la gobernabilidad. Y como cualquier amenaza desaparece al usarla infructuosamente. Calle solo tiene sentido cuando no se le desgasta, cuando es poderosa; cuando contribuye a que el gobierno te tome en serio y se siente entonces a negociar no para ganar tiempo, lavarse la cara internacionalmente o enredar el juego opositor, sino para buscarle una salida a la situación.
Que la negociación es otra forma de lucha convergente con y potenciadora del RR16. El gobierno está en el diálogo obligado, nadie negocia con su adversario si puede evitarlo. Ahora que se obligó al gobierno a negociar hay que dar el siguiente paso lógico: obligarlo a ceder. Eso será la resultante de una inteligente combinación de una mesa de diálogo con la potenciación de los factores nacionales e internacionales que lo obligaron a sentarse.
Que la actuación de la AN es un factor crítico para el logro del RR16. El gobierno ya no puede endeudarse a capricho, ni nombrar embajadores, ni aprobar créditos para financiar campañas. Necesita el visto bueno de la AN. Ningún país, organismo multilateral, banco de desarrollo o empresa del planeta le soltará plata sin la garantía de la AN de que ese crédito será honrado. La AN tiene un poder constitucional que lubricará el camino al RR16.
Un paso importante en ese camino es disminuir las aprehensiones frente al RR16 en la cúpula gobernante.
El gobierno sabe que lo perderá. Si piensa que después de eso lo que les espera es cárcel, inhabilitación o exilio tendrá todos los incentivos para tratar de impedirlo o retrasarlo al máximo. Afortunadamente la conducción opositora ha mostrado suficiente visión de Estado y disposición democrática para mandarle un claro mensaje público de palabra, a través de sus declaraciones, y de hecho, mediante el trato respetuoso, incluyente y democrático a la bancada oficialista en la AN.
El país no está para revanchas y ajustes de cuenta propias del malandraje hamponil. La conducción del nuevo gobierno hará valer su consigna política pero también ética de “aquí cabemos todos” y ese mensaje debe ser transmitido reiteradamente y con toda claridad al chavismo. Justamente en eso radica el cambio: no se repetirán desde el poder las actuaciones hegemónicas, represivas y sectarias de quienes hoy sienten el sol en su espalda.
Pero el mensaje al gobierno no es solo sobre cuál será la actuación de la oposición una vez en el gobierno.
También debe recibir un poderoso mensaje de que el costo de tratar de impedir el RR16 será impagable. Redundaría en la activación de medidas y acciones nacionales e internacionales, institucionales y de calle, en la capital y en la provincia, necesarias y suficientes como para hacerlo entender que su opción más barata es acogerse a la consulta popular.
Finalmente el país nacional y la comunidad internacional deben saber que el RR16 no es un salto al vacío, deben saber que después del RR no viene caos ni improvisación. Por el contrario, que la oposición sabe exactamente cuál es el modelo de gestión que emprenderá, el proyecto de país que procurará, como se desmantelará ordenadamente lo inadecuado del actual andamiaje jurídico y burocrático del modelo marxista de gestión y cual es el plan de rescate nacional que asumirá en términos inmediatos.
La oposición tiene perfectamente claro que el RR16 no se trata (solo) de firmas, huellas, normas y plazos. Es principalmente estrategia, presión, comunicación y negociación. Hacer política, pues.
Vicente Díaz
@vicentedz