Robert Carmona-Borjas: Sobre el proceso de integración regional

Robert Carmona-Borjas: Sobre el proceso de integración regional

La integración latinoamericana recorría sus mejores momentos en la década de los 60 con la ALALC, más tarde con la ALADI y esquemas de integración superiores como MERCOSUR y el Pacto Andino. También en la región centroamericana se buscaba el camino único para enfrentar los retos que se asomaban entonces y que se harían realidad más adelante, con la reforma de la Carta de la ODECA de 1951 y la  creación del Sistema Centroamericano de Integración (SICA), en 1999. Al mismo tiempo, Chile, Colombia, Perú y México buscan unir sus economías mediante la alianza del pacífico que busca además acuerdos con los países asiáticos de la Cuenca del pacífico.

De una zona de libre comercio se buscaba la unión aduanera y con más ambición, una unidad política que había permitido la creación de Parlamentos y Cortes regionales y subregionales. En todo caso, el camino se hacía para buscar la unidad aunque nadie desconocía la diversidad, entre dictaduras nacientes y las dictaduras que violaban los derechos humanos y las libertades fundamentales.

Los ideales de El Libertador Simón Bolívar inspiraron esos cambios, ese camino que lejos de pretender enfrentar a imperios, buscaba la unidad de una región que ya tenía  mucho que mostrar. Todos reconocían que la democracia era esencial al cambio pero no se planteaba ninguna solución ideológica, como lamentablemente lo llevaron al tapete las fuerzas políticas emergentes que se decían representativas del pueblo y terminaron por acorralarlo y arruinarlo.  El chavismo, la muestra más evidente de este fracaso que hundió a la región no sólo en la pobreza integral, sino en una desunión peligrosa que arruinó el proceso de integración regional que se había iniciado.

La ideologización de la integración apareció en el peor momento para nuestros pueblos. El golpista Chávez hirió de muerte al Pacto Andino, golpeó el Mercosur naciente y creó esquemas de dominación de corte neocolonial como Petrocaribe que amarraba a los países del Caribe y hasta Honduras, urgidos de petróleo y con enormes dificultades económicas,  a cambio del apoyo a la “revolución” que decían se iniciaba entonces.

Siguiendo el guion impuesto por Cuba se buscaron nuevos esquemas en el que participarían Brasil y Argentina entonces dominados por regímenes populistas hoy reconocidos corruptos. Unasur y el CELAC, así como un Mercosur político buscaban sólo enfrentar al imperio del norte.

Hoy el Mercosur sufre el impacto de una ideologización impuesta por La Habana a través de sus gobiernos títeres y lejos de ser un movimiento de integración se ha convertido en un esquema político sin sentido. Venezuela una vez más una piedra en el zapato en este proceso, aunque la presidenta Bachelet lo hubiera negado una vez aduciendo que Chávez lejos de ser un problema en las relaciones entre los países de la región, promovía la igualdad social, una aspiración común que nunca llegó ni en Venezuela, en donde la disparidad es aún más marcada, ni en la región en la que han surgido regímenes  “autoritarios” que algunos tratan de confundir con alguna forma de democracia.

La presencia de Venezuela en el Mercosur plantea muchas interrogantes. La primera y más importante es que su participación como Miembro exige el respeto a la democracia y a los derechos humanos, exigencia que no es nueva en los procesos de integración, como el europeo en donde se ha establecido a los países que aspiran ingresar al sistema regional que deben mostrar garantías de respeto a las libertades y a los derechos humanos. La segunda es que sus fatales políticas económicas contradicen la esencia de todo proceso de  integración e impide alcanzar el objetivo común, es decir, la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas.

Venezuela está en la mira de todos. El régimen chavista se ha empeñado en destruir desde que se instaló en 1998, la integración regional, alentando esquemas para simplemente “enfrentar” al imperio del norte desconsiderando que la unidad regional, con la presencia de Estados Unidos y Canadá, es esencial a la integración latinoamericana que busca el desarrollo y el progreso de nuestros pueblos.

@CarmonaBorjas

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