Javier Hernández: Cúcuta, la consentida y la infalibilidad de la Ley de Oferta y demanda

Javier Hernández: Cúcuta, la consentida y la infalibilidad de la Ley de Oferta y demanda

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No se puede negar que las acertadas políticas del gobierno del presidente Chávez, continuadas al pie de la letra por su hijo, han contribuido como nadie al desarrollo de la ciudad. Ningún presidente colombiano, o mejor dicho, que haya gobernado Colombia, ha hecho tanto por Cúcuta, la floreciente capital del departamento de Norte de Santander. Por Colombia toda, me atrevería a decir.

En primer lugar, Colombia y Cúcuta como consecuencia fueron favorecidas por el cambio de patrón de intercambio comercial entre Venezuela y Colombia. En efecto, desde el año 1.999, la balanza comercial ha favorecido a Colombia, posibilitando la colocación por parte de empresas ubicadas en Colombia, de una producción diversificada de sectores representativos de su economía, como el sector textil, alimentos procesados, sector ganadero, automóviles entre otros.

Colombia ha sido el refugio de las empresas que han abandonado la producción en Venezuela para convertir sus filiales nacionales en importadores de la relativamente competitiva producción colombiana. En tal sentido, Colombia ha sido receptora de inversión de empresas multinacionales que relocalizaron allá sus plantas, y de empresas Venezolanas que exploraron el mercado del vecino país como una manera de reducir su exposición a los vaivenes de la economía criolla, sin perder la posibilidad de aprovechar el atractivo mercado local, especialmente cuando la borrachera de petrodólares permitía abandonar el país sin abandonar sus beneficios.

Luego, Cúcuta se convirtió en uno de los paraísos del enorme negocio de raspar cupos, y el cobro de considerables comisiones en dólares se convirtió en un importante flujo de recursos sin contrapartida para la economía cucuteña, impulsando la construcción inmobiliaria y el crecimiento de las actividades no transables por el enorme y súbito influjo de dólares en esa economía.

Posteriormente, la imposibilidad de los venezolanos de encontrar boletos aéreos al exterior, convirtió a Cúcuta en un hub aeroportuario que conectaba a los viajeros Venezolanos con el resto del mundo. Recordemos que hablamos de los tiempos en los que todavía el cupo viajero hizo de Venezuela una potencia exportadora de turistas que por algún lado necesitaba salir del país. Y allí estaba Cúcuta para darle a los Venezolanos, a cambio de una módica comisión, lo que estos no hallaban en su propio país.

Cúcuta también se benefició de una política suicida de congelación de precios que  impulsaba el contrabando de mercancía subsidiada desde Venezuela, para abastecer las poblaciones del lado colombiano a lo largo de la frontera. Al igual que con la gasolina y las medicinas, no es despreciable el efecto que esa oferta agregada barata puede haber generado en el bienestar de esa ciudad y en el sostenimiento de precios más accesibles que los que existirían en ausencia de ese flujo comercial ilegal. La única ley que vale en este contexto, es la Ley de Oferta y Demanda.

Y ahora, cuando el flujo de dólares se secó en Venezuela, cuando ya no existen dólares subsidiados buscando salida, cuando los precios de un producto cualquiera es más barato en Londres que en Venezuela, otra oportunidad se presenta para Cúcuta: convertirse una vez más en un centro comercial a donde los ciudadanos venezolanos pueden ir a comprar los bienes que no consiguen de este lado de la frontera. En este contexto, abrir la frontera es una medida humanitaria para Venezuela, donde el contrabando de introducción terminará ayudando a la estabilización de los precios. Más exportaciones Colombianas, incluyendo las ilegales. Más bienestar de aquel lado.

Hay que darle el mérito a quien lo merece y no está en el Palacio de Nariño sino en el de Miraflores.

@jhernandezucv

Publicado originalmente en Discusión Política Venezuela

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